Para los amantes de ajedrez el número 64 es especial, es el número de casillas del tablero, y esta es la carta de amor número 64 que escribo a la vida y al ajedrez.
En cierto modo, sin darme cuenta, sigo el consejo de unos de mis gurus, Ramón Trecet, que a sus 70 años sigue con su maravilloso mantra de: "buscad la belleza, que es la única protesta que merece la pena"
Sin saberlo llevo toda la vida buscando la belleza. Muchas veces me he perdido, me he conformado con la comodidad y la mediocridad. Pero a veces he acertado; con mi mujer, con mis hijos, con los amigos, aprendiendo a valorar esos ratos únicos, bellos y especiales que hacen que la vida, en vez de ser una batalla entre el bien y el mal, sea realmente una batalla entre lo bello y lo mediocre.
El ajedrez me ha ayudado a que la parte de mi mente, la que que piensa, se mueva (es muy perezosa), y además de darme ratos maravillosos con la belleza del juego y sus secretos, hace que mi descubra esa belleza escondida. La belleza de la voz de mi hija ayer, de los besos de mis hijos, de la sonrisa de mi mujer, la de una combinación escondida...
Me he dado cuenta de que escribimos en diversos formatos cartas de amor, prestando atención a lo que de verdad queremos, dedicándole tiempo, ese tiempo del que no somos conscientes y se nos va de las manos. Podemos dedicarlo a lo cómodo y normalizado, o a buscar lo bello, y disfrutar de esos instantes que son, realmente, nuestra vida.
Cartas de amor... sin dirección...
No hay comentarios:
Publicar un comentario