miércoles, 2 de septiembre de 2015

Buscando límites

En mi cabeza, de vez en cuando se repite una anécdota que leí (o tal vez imaginé).



En la antigua URSS, donde el ajedrez era una pasión nacional, hacían un experimento. A un señor, jugador de ajedrez de un nivel medio-bajo, le hipnotizaban y le hacían creer que era el campeón del mundo Mihail Tal...

Acto seguido, le sentaban a jugar al ajedrez frente al verdadero Mihail Tal, al cual no reconocía porque... ¡él era el verdadero Tal!

Jugaban varias partidas y, aunque siempre ganaba el verdadero campeón del mundo, las jugaba a un nivel muy superior a las expectativas, aunque al terminar cada partida se sentía muy triste.

Pasado esto, des-hipnotizaban al jugador y le pedían que jugara frente al campeón del mundo. En ese momento se inhibía, decía que no iba a estar a su nivel, y, tras acceder a jugar perdía rápidamente todas las partidas jugando muy mal, cohibido... sin creer en sus posibilidades.

¿Porqué nos ponemos límites?


Creo que nos pasa como al elefante que vemos en el circo, atado a una estaca de madera diminuta en comparación con su tamaño, de la que no intenta escaparse. Cuenta el cuento que es porque de pequeño lo ataron a una estaca similar, lo intentó una y otra vez, una y otra vez, hasta que un dia se rindió... y no lo volvió a intentar.

Aplaudo y admiro a todos aquellos que, pese a las limitaciones de nuestro cuerpo y de nuestra mente, tratan de buscar sus límites sin complejos, a cualquier edad, corriendo, cambiando, compitiendo, entrenando o de la manera que sea.

Si no lo intentas, si no crees, seguro que es imposible.

Hay que hacerlo.

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