sábado, 20 de junio de 2020

El muro de piedra

Hay muchos muros de piedra en nuestro camino. En ocasiones nos parecen obstáculos insalvables, y a veces puede parecernos que es sencillo, que lo hemos superado antes, que parece fácil sortearlo... y chocamos...



Y no hablo de muros en sentido figurado. Hablo de esos obstáculos que no nos permiten seguir hasta la meta.

Quizás el mas conocido es el de la maratón, Nunca la he corrido, pero los que si lo han hecho hablan de ese desfallecimiento que, sin venir a cuento, aparece normalmente entre los kilómetros 30 a 35 de la carrera.


El motivo es fisiológico, el cuerpo cambia de sistema de extracción de energía y los músculos se fatigan...¿Como superarlo? ¿Como enfocar el problema? Es fácil rendirse... basta con dejar de correr... pero después de mas de 30 kilómetros y a falta de apenas 10...

En ajedrez también tenemos nuestro muro de piedra. Es una defensa que aplican las piezas negras, una formación de peones muy característica, sencilla y sólida.


Durante mucho tiempo me obcequé con machacar el muro rápidamente, con aplastarlo. Los resultados una y otra vez eran negativos para mi. ¿Como era posible que yo no pudiese superarlo? El plan era relativamente fácil, ya lo mostraron  con sus partidas en el pasado Carl Schlechter y otros maestros a principios de siglo XX...

Y se inicia una rueda negativa que se retroalimenta. Aparece el muro y entra la ansiedad. Trato de superarlo enérgicamente, fracaso, y se queda la frustración pendiente de ser solucionada... hasta el próximo muro...

No hace mucho, traté de cambiar mi enfoque. En vez de pensar en que estaba obligado a superarlo, traté de intentar hacerlo despacio. Poco a poco. Paso a paso... y mis resultados han ido mejorando.

Hay muchos muros en nuestro camino, y mas en estos tiempos de mascarillas y distancia personal. Pienso que hay que dar pasos, los muros hay que superarlos. La vida no para y pasa muy deprisa.

El corredor de maratón ajustará su ritmo para no parar y llegar a la meta.

En ajedrez trato de ir despacio frente a esa defensa para superarla.

No siempre se consigue, pero dando un paso tras otro, por lo menos estaremos en el camino. Como decían cantante y poeta:

"Caminante, son tus huellas el camino y nada más. Caminante, no hay camino, se hace camino al andar"







jueves, 19 de marzo de 2020

Abrazos

De niño coleccionaba "El libro gordo de Petete". Era una  mezcla de conocimientos generales de casi todo. Creo que leí en él la leyenda de un rey que, para momentos de desesperación, pidió que le escribieran en el interior de un anillo una frase que le ayudase. Cuando lo necesitó, acorralado en una batalla, leyó : "Esto también pasará"


En estos tiempos de virus que nos toca vivir, ayer se celebró la segunda ronda de la ¿única? competición deportiva que aun no se ha suspendido. El torneo candidatos de ajedrez. La foto ilustra como dos de los jugadores se dan el codo, en vez del tradicional apretón de manos inicial.

Hace mucho que aprendí a valorar el contacto humano. Por ejemplo, el apretón de manos. Nos da y nos dice mucho de las personas. Uno flojo puede indicar poco interés, desgana; uno demasiado fuerte agresividad... Se recomienda en el mundo comercial cierta firmeza y devolver la fuerza que recibimos para evitar lo que acabo de comentar... Hay uno que especialmente me gusta, que es una especie de mini abrazo...


Echo de menos los apretones de manos. Los abrazos. Soy afortunado porque estoy en esta cuarentena con mi mujer y mis hijos pequeños. Pienso en lo que dijo Fischer, el gran jugador de ajedrez, justo antes de morir en Islandia. Su última frase en el lecho de muerte fue, "que bueno es el calor humano". Hasta él, un ser solitario, se daba cuenta.

Recuerdo nochevieja de 2018. Estaba con mi familia y unos amigos en Londres. De vuelta al hotel, hasta en dos ocasiones, desconocidos se me acercaron y nos abrazamos deseándonos happy new year! dejándome una sensación de alegría y de armonía.



Abrazos gratis que dicen,,,

Ahora salimos todos los días a las 8 de la tarde a aplaudir a la terraza. Tengo un sensación muy parecida. Me da energía el oír los aplausos y gritos de ánimo de desconocidos. No es lo mismo... pero ayuda.

Pues eso, todo esto también pasará. Cuando empecemos a volver a vernos, os deseo abrazos.



miércoles, 18 de abril de 2018

No me acostumbro a estar sin ti...

Después de mucho tiempo, necesito compartirlo:

No me acostumbro a estar sin ti, papá.

Y no desde hace los 3 meses y 3 días que te fuiste no... desde que la enfermedad te quitó la cordura. Desde aquella mañana donde hablé contigo por última vez lúcido, y me preguntabas si tu casa era tu casa...

Desde que me dejaste de acompañar... en mi vida, donde lo necesitase, desde que me dejaste de llevar a jugar al ajedrez donde fuera, a mi primer club a los 14 años, la Cruz Cubierta, a los torneos, donde te lo pidiese... hasta que ya fui mayor me acompañabas, siempre me llevabas donde te pidiera...

Desde que dejamos de conversar...

Desde que me dejaste de reñir...

Desde que me dejaste de decir que no, aunque luego siempre (menos en una ocasión que fue mas responsabilidad mía que tuya) dabas tu brazo a torcer...

Desde que me dejaste de ayudar...

Desde que me dejaste de reconocer...

Desde que me dejaste de hacer reír...

Desde que me dejaste de comprender...

Desde que me diste los dos últimos besos...

Desde que ya no te he tocado...

Desde que dejaste de equivocarte...

Desde que dejaste de escribir... con tu letra tan bonita y tan inconfundible...

Desde que dejaste de tener miedo...

Desde que dejaste de sufrir...

Desde que dejaste de recordar...

Desde que dejaste de sentir deseos de revancha y me enseñaste que no se tenía que hacer mala sangre...

Desde que dejaste de tener celos de mi mama, tu mujer, esa que estuvo toda la vida orgullosa de ti...

Desde que dejaste de enseñarme... sobre todo a cambiar

Desde que me dejaste... el mundo es un poco mas feo. No me acostumbro a estar sin ti... papá...


Duele. Sufro. Sigo adelante. Pero no puedo evitar llorar de vez en cuando... Te quiero...


jueves, 31 de diciembre de 2015

Y lo sabes, pero necesitas que alguien te lo diga...

Llega el final de año, todos nos hacemos propósitos, queremos mejorar cosas de nosotros mismos, cambiar, empezaremos proyectos... pero sin testigos, la gran mayoría se quedarán en intentos...

Y es que, sabemos de cosas que deberíamos hacer, que serían buenas para nosotros, pero estamos estancados en nuestra comodidad, por miedo u obcecados... necesitamos que alguien nos lo diga...


Y no cualquier alguien. A veces tiene que ser alguien específicamente, y no valen los de nuestro entorno; otras veces solo necesitaríamos que "el" o "ella" me lo diga, que me empuje...


Y nos pasa a todos, le pasó incluso al mítico Fischer, que, ante el momento clave de su carrera (el match final frente a Spassky), necesitó de las palabras de Henrry Kisinguer y los dineros que aportó un maravilloso mecenas James Slater para acudir a Reykiavik y hacer historia...

Quien sabe que nos hemos perdido por la falta de las palabras adecuadas de la persona adecuada.


Solo desearos a todos que, quien tenga la llave de vuestras acciones, accione este año que entra la palanca de "tienes que ser mas feliz"...

miércoles, 2 de septiembre de 2015

Buscando límites

En mi cabeza, de vez en cuando se repite una anécdota que leí (o tal vez imaginé).



En la antigua URSS, donde el ajedrez era una pasión nacional, hacían un experimento. A un señor, jugador de ajedrez de un nivel medio-bajo, le hipnotizaban y le hacían creer que era el campeón del mundo Mihail Tal...

Acto seguido, le sentaban a jugar al ajedrez frente al verdadero Mihail Tal, al cual no reconocía porque... ¡él era el verdadero Tal!

Jugaban varias partidas y, aunque siempre ganaba el verdadero campeón del mundo, las jugaba a un nivel muy superior a las expectativas, aunque al terminar cada partida se sentía muy triste.

Pasado esto, des-hipnotizaban al jugador y le pedían que jugara frente al campeón del mundo. En ese momento se inhibía, decía que no iba a estar a su nivel, y, tras acceder a jugar perdía rápidamente todas las partidas jugando muy mal, cohibido... sin creer en sus posibilidades.

¿Porqué nos ponemos límites?


Creo que nos pasa como al elefante que vemos en el circo, atado a una estaca de madera diminuta en comparación con su tamaño, de la que no intenta escaparse. Cuenta el cuento que es porque de pequeño lo ataron a una estaca similar, lo intentó una y otra vez, una y otra vez, hasta que un dia se rindió... y no lo volvió a intentar.

Aplaudo y admiro a todos aquellos que, pese a las limitaciones de nuestro cuerpo y de nuestra mente, tratan de buscar sus límites sin complejos, a cualquier edad, corriendo, cambiando, compitiendo, entrenando o de la manera que sea.

Si no lo intentas, si no crees, seguro que es imposible.

Hay que hacerlo.

miércoles, 31 de diciembre de 2014

Ocho vidas...

"La salud es un estado transitorio que no presagia nada bueno" (ppcc)

Esta frase, tan irónica como cierta, me recuerda a menudo lo efímero de las cosas. Cuando tienes esa salud que te permite vivir, te falta tiempo... la vida vuela... te faltan vidas para hacer todo lo que me gustaría hacer...

¿Por que no 8 vidas?

1) Una vida para amar: sin ladrones de tiempo, sin excusas, sin distancia; amar a mi mujer, a mis hijos, nietos, a mis padres. Afrontar y disfrutar el amor.



2) Una vida para estudiar... si si, hijos míos, por mucho que renegase mis tiempos de estudiante, quiero saber tantas cosas... conocer... dedicaría una vida entera a ser como esos profesores chiflados que investigan, buscan y aprenden...



3) Una vida para enseñar. Quizás mi vocación frustrada. Enseñar lo que pudiera haber aprendido en la anterior, hacer los conocimientos accesibles, disfrutar de los alumnos como lo he hecho en mis incursiones en la enseñanza...



4) Una vida para trabajar. De algo hay que vivir, y mi trabajo (un porcentaje elevado de la mía ahora mismo) no me disgusta.



5) Una vida para los amigos y la juerga... (sin comentarios)



6) Una vida para el deporte físico. Me gustan casi todos. Baloncesto, Tenis, Tenis de mesa, Voley, Padel... muchos de mis mejores días han sido practicándolos, ganase o perdiese...



7) Una vida inesperada... ¿por que no? siempre planificando, siempre planificando... ¿agente secreto? ¿marinero? ¿actor? ...



8) Y una vida para mi ajedrez. Se necesitaría mas, pero una vida entera y absoluta sería genial.



¿Cuantas vidas vivirías tu? ¿A que las dedicarías?

Feliz 2015


viernes, 8 de agosto de 2014

El día después...

Puede pasarnos: que ganemos o que perdamos; que logremos el objetivo o que no... ¿y que se hace después?


Bobby Fischer consiguió total y absolutamente su objetivo. Vencer a todos cuantos se pusieron delante de él, incluido al gran Boris Spassky. Era campeón del mundo. La revolución había llegado al ajedrez. Volvió a Estados Unidos triunfal, los niños y adultos del mundo ansiaban ser como él...

Todos pensaban que, a partir de ese momento, iniciaría su hegemonía y disfrutaríamos de nuestro héroe... todos menos él.

No que que pasaría por su cabeza el día después, pero ni ese, ni ningún otro día volvió a jugar (si exceptuamos el polémico encuentro que jugó en la antigua Yugoslavia 20 años después). Podríamos pensar (como hizo Michael Jordan, que al dejar el baloncesto la primera vez se dedicó al baseball) que se dedicaría a otras cosas, buscaría nuevas fuentes de inspiración... no. Nada.

Es, para mí, la peor reacción que conozco a victoria, al triunfo... ¿miedo?¿locura?


¿Y la mejor reacción al triunfo que conozco?


El mejor ejemplo que tengo de reacción ante el triunfo y la derrota viene de alguien al que seguimos disfrutando: Rafa Nadal. No se si será marketing, pero alguien que tras ganarlo todo sigue igual, se para a firmar autógrafos, pelea... y cuando pierde da un ejemplo de como reconstruirse uno y tratar de volver a triunfar.



Queda un cuarto caso, el de la peor reacción ante una derrota o fracaso... si exceptuamos las reacciones agresivas, lo peor que (creo) podemos hacer es lo que hizo Fischer, huir.


Yo he huido muchas veces ante el fracaso. Y, con la edad, me doy cuenta de que el ejemplo de Nadal es el correcto.

Reconstruirse uno y volver a intentar... lo que sea. Desde que volví al ajedrez he visto muchos conocidos que siguieron, aunque no triunfasen, en vez de huir como yo. Mi admiración por ellos y por todos aquellos que no se rindieron y que, pese a las muchas derrotas que arrastran, siguen luchando y disfrutando... de las cosas...