lunes, 13 de mayo de 2013

La derrota

He descubierto (y sufrido) una dura contradicción que hay en la derrota.


Normalmente tendemos a olvidar lo malo. Por ese motivo, dicen los psicólogos, cuando echamos la vista atrás añoramos tiempos pasados, enterramos poco a poco nuestro dolor, y recordamos las emociones y experiencias bonitas de nuestra vida. La  manera en la que nuestra mente cura las heridas emocionales es el olvido.

Pero por otra parte está la puñetera frase: "aprende de las derrotas".


Las derrotas duelen. Te puedes pasar días enteros pensando en porque no hiciste la jugada ganadora (que además habías visto, pero la rechazaste por...), porque tuviste aquel descuido... Es duro repasar una y otra vez tu derrota para mejorar. Y ademas, duele, duele, duele... y puedes llegar a amargarte a hacer sufrir a tu entorno tratando de digerirla.

Cuando doy clases de ajedrez, no puedo reprochar a mis alumnos que, normalmente, no me hagan caso cuando les digo que repasen sus partidas perdidas para ver donde se han equivocado. No les gusta. Sufren (y son niños). Y, ojo, no es lo mismo que te duela perder (siempre duele), que no saber perder. Esto segundo será motivo también en un futuro no muy lejano de una entrada en este blog.

La intensidad del dolor, además, depende de lo que has dado en la competición. Si apenas te esfuerzas, duele bastante menos que si lo das todo. Por eso, muchas personas hacen como en la fábula de la zorra y las uvas. Si cuesta mucho se auto-convencen de que no vale la pena y asunto solucionado.

Por lo tanto, ¿porque martirizarse revisando un acontecimiento desagradable? ¿que podemos aprender? ¿que ganamos con ese auto-sufrimiento que nos infringimos?


Veo la repuesta en esta foto.

En 2012, tras varias durísimas derrotas frente al mismo rival, tras lesiones, frustraciones y la sensación de que su sueño estaba terminando, Rafael Nadal venció, por fin, en la final de Roland Garros a su archirrival, Djokovic. Tras vencer y revolcarse en la arena subió a abrazar a su equipo y... a su amigo Pau Gasol que se desplazó desde mas de 10.000 kilómetros de distancia para apoyarle. Veo alegría y emoción en Rafa. Pero en Gasol veo... alivio, comprensión... los que sufrimos esta contradicción por la derrota, sabemos de su sabor amargo, pero también de la inmensa alegría de la victoria y del esfuerzo en superarse uno mismo.

Dice mi mujer que esto nos pasa a los que hemos ganado alguna vez en algo, y ansiamos repetir lo que sentimos en ese momento. Es muy posible, pero este martirio de conocer los motivos de tus derrotas también puede servir para dominar nuestras emociones negativas, aislarlas de los hechos, y aprender.

Y sobre todo, nos sirve para hacernos mas fuertes. Como Pau y Rafa, dos ejemplos de como hacerlo.

viernes, 10 de mayo de 2013

Activar el modo "lucha"

Nunca me lo había planteado, pero en una maravillosa conversación con Yago Gallach apareció esta frase: "¿Como activas tu  modo lucha antes de una partida?"


Eramos 2 frikis hablando de una misma pasión (el ajedrez y los libros) cuando me lo preguntó. Continuamos hablando durante bastante rato (podríamos haberlo hecho días enteros), y de multitud de temas, pero esa frase la anoté mentalmente para analizarla.

Es obvio que los grandes campeones conocen la manera de activarlo. Rafa Nadal, Indurain, Fernando Alonso... y un largo etcétera. ¿Activar que? Activar esa actitud de victoria, esa fuerza interior que hace que te centres completamente en lo que quieres conseguir.

Creo que es difícil activarlo por varios motivos. El primero la comodidad (luchar cansa...), otro puede ser el miedo a luchar y a no conseguir lo que quieres. Si interiormente vas a medio gas, tienes la escusa perfecta para cuando no lo consigas. Otro mas es no tener claro lo que quieres, o si quieres realmente lo que estas intentando.

Porque, la pregunta clave es: ¿Cuanto das de ti para conseguirlo? ¿En que porcentaje te estás entregando para lograr lo que quieres? Vamos al ralentí, con la ley del mínimo esfuerzo. Y pensamos que, si lo conseguimos: maravilloso, y si no, no es porque no hayamos podido, sino porque nos reservamos (y de este modo tenemos escusa, y pensamos que lo habríamos logrado, pero que no valía la pena).



Kasparov era famoso por su espíritu de lucha, como muchos otros campeones. Cuando jugaba "fulminaba" a sus rivales con su sola mirada, y muchas partidas las ganaba incluso antes de que empezasen. Tras mi conversación con Yago, he comenzado a buscar formas de activar esa determinación, y las seguiré buscando. Para jugar al ajedrez, para conseguir lo que quiero, para lograr mis objetivos... Una de las que probé fue la música y, aunque aun sin resultados, escuchaba canciones como la  que os pongo antes de empezar... la lucha. ¡¡Fight!!



viernes, 3 de mayo de 2013

Gente de mala calidad

Cada vez que leo un periódico se me ocurren muchos nombres. Cada vez que echamos la vista atrás aparecen fantasmas de personas que, de un modo u otro, nos han fallado y/o nos han dañado. Son personas de mala calidad...


El título de la película española del mismo nombre me atrajo desde el primer momento. La vi (con grandes expectativas que no se cumplieron) y los personajes me transmitieron  esa sensación de gente de mala calidad en la que yo pensaba. No de gente malvada, no egoísta  no especialmente deleznable... simplemente personas que no responden ni de lejos a las expectativas que depositamos en ellos.

Y es que la cuestión no es que las personas tengamos que ser perfectas, ni especialmente buenas... el mundo hace tiempo que descubrí que es un gran conjunto de claroscuros. Nosotros, sus habitantes, dentro de nuestro egoísmo y lucha por la supervivencia, tenemos unos principios que, mejores o peores, guían nuestros actos y pensamientos. Muchos en este planeta que habitamos, mas que principios siguen conveniencias, que traicionan con mas o menos frecuencia, y, sin sufrir mucho por el daño que hacen, buscan exclusivamente su propio y egoísta beneficio, sin pensar el daño que causan por su cara dura, por su falta de valor, por su falta de escrúpulos o por su indolencia.


Alexander Alekhine ha sido, seguramente, un ejemplo de lo que estoy hablando. Como jugador de ajedrez y campeón del mundo fue indiscutiblemente uno de los mejores. Gracias a su esfuerzo derrotó a Capablanca en 1927 cuando pocos le daban opciones, pero a partir de aquí su historia empezó seguramente a torcerse. Nunca quiso darle el desquite a Capablanca, o bien le puso condiciones imposibles para jugar o se negó. Puso en juego su título en 1929 y 1934 frente a Bogoljubob (fuerte jugador, pero no uno de los históricamente mejores), con quien sabía que era casi imposible perder. En 1935 hizo lo mismo con Euwe, solo que se confió demasiado (cuentan las crónicas que en algunas partidas llegó visiblemente bebido) y terminó perdiendo.

Dicen que cree el ladrón que todos son de su condición, y Alekhine, en las condiciones que puso para jugar con Euwe incluyó una clausula que le daba derecho a un encuentro de revancha (cosa que él nunca concedió a Capablanca). Euwe, un caballero (la clausula decía lo de la revancha, pero no cuando), no puso ningún impedimento, y el encuentro se celebró en 1937. Alekhine, que se centró de nuevo, consiguió vencer.

A partir de aquí es cuando mas se ensombrece nuestro personaje. Con el avance del nazismo, se apuntó (parece ser que no por convicción, sino por apostar por el caballo ganador) a su carro. No volvió a poner en juego su título. Fue rechazado y defenestrado por todos tras la segunda guerra mundial, quedó solo en Portugal, con la amenaza de la recién creada federación internacional de ajedrez de desposeerlo de su título, y la ilusión de un encuentro con la nueva estrella soviética Botwinnik. Murió en 1946 en Estoril. En su habitación de hotel, de una forma algo extraña, con un abrigo puesto, frente a un tablero de ajedrez. Solo.


Huyamos de la gente de mala calidad. Apartemos de nosotros a los agoreros, aduladores, falsos y traidores. La calidad no es ser perfecto; es, en la medida de lo posible, ser consecuente. Como dice el personaje de George Clooney en la película "Up in the air", cuando habla de la mochila que todos cargamos a cuestas, ¿que queremos llevar en nuestra mochila? Alejemos a esos individuos de nosotros. Y como canta U2 al principio de su temazo "All you can´t leave behind":

"Y el amor (la vida digo yo) no es una cosa fácil, 
el único equipaje que puedes traer, 
es todo aquello que no puedes dejar atrás..."

Dejemos atrás a la gente de mala calidad... y a vivir.