Rencor va estrechamente ligado a la palabra justicia. En la naturaleza no hay justicia, no se necesita, hay equilibrios que, si se rompen, hacen que incluso el mas fuerte se extinga. Justicia es un término inventado por los humanos, y que las sociedades institucionalizan para que no nos la busquemos cada uno por nuestra cuenta.
Venganza. A muchos nos gustaría ser Edmundo Dantés en "El conde de Montecristo", o a Keanu Reeves en Matrix, en la última escena, cuando el malvado Sr.Smith le mata, y él renace y se convierte en el elegido... y así ambos se vengan de los malvados...
Pero en el mundo real no podemos. Muchas veces no tenemos oportunidades de resarcirnos, de demostrar que lo que ha sucedido no es justo. Corremos entonces el peligro de que el rencor se quede y, como un veneno, nos amargue y nos frustre. Pensar en esto, y no dejarnos arrastrar, nos puede dar segundas oportunidades. Termino con un ejemplo histórico.
Alexander Alekhine fue el único campeón del mundo de ajedrez que murió siéndolo Ganó en 1927 el título a Capablanca, y no le dio nunca la oportunidad de una revancha.
En 1935 se enfrentó a un holandés, Max Euwe. No esperaba tener muchos problemas en ganar, así que no se preocupó demasiado en su preparación. El resultado, perdió, y Euwe se convirtió en el quinto campeón del mundo de la historia. Alekhine hizo una cosa bien, en el contrato incluyó una clausula por la cual tenía derecho a un match de revancha.
Euwe, uno de los grandes caballeros del ajedrez, no puso inconvenientes y, 2 años después se enfrentaron. Decía Euwe que, en 1935 no tenía ni idea de como iba a ganar (y gano), pero que en 1937 no tenía ni idea de como iba a perder... y perdió. Alekhine consiguió su revancha.
Cuentan que Alekhine, en una reunión de amigos en 1939 en Buenos Aires dijo: Mi vida es una frustración, a lo que Roberto Gabriel Grau le contestó:
_Pero maestro, Ud. es campeón mundial de ajedrez.
_Si, así es, pero el ajedrez es sólo un juego.
Alexander Alekhine fue el único campeón del mundo de ajedrez que murió siéndolo Ganó en 1927 el título a Capablanca, y no le dio nunca la oportunidad de una revancha.
En 1935 se enfrentó a un holandés, Max Euwe. No esperaba tener muchos problemas en ganar, así que no se preocupó demasiado en su preparación. El resultado, perdió, y Euwe se convirtió en el quinto campeón del mundo de la historia. Alekhine hizo una cosa bien, en el contrato incluyó una clausula por la cual tenía derecho a un match de revancha.
Euwe, uno de los grandes caballeros del ajedrez, no puso inconvenientes y, 2 años después se enfrentaron. Decía Euwe que, en 1935 no tenía ni idea de como iba a ganar (y gano), pero que en 1937 no tenía ni idea de como iba a perder... y perdió. Alekhine consiguió su revancha.
Cuentan que Alekhine, en una reunión de amigos en 1939 en Buenos Aires dijo: Mi vida es una frustración, a lo que Roberto Gabriel Grau le contestó:
_Pero maestro, Ud. es campeón mundial de ajedrez.
_Si, así es, pero el ajedrez es sólo un juego.
No se frustren. El rencor no es bueno.
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