Anoche, viendo de nuevo la película Bravehart, apareció la imagen de la mujer del protagonista, Catherine McCormack, y "sentí" que era la pieza que, entre otras, me faltaban para la entrada de hoy.
¿Porque? Porque buscando buscando, no había encontrado aun un rostro que expresara ese estado de vitalidad que sentimos, sobre todo de jóvenes, aunque sea a ráfagas.
Energía vital. ¿Porque hay personas que transmiten energía, o carácter o vitalidad cuando las observamos o tratan con nosotros... y otras no? ¿Porque nosotros mismos no nos sentimos siempre tan activos como a veces quisiéramos? Y no que decir de cuando estamos griposos o constipados.
El concepto de energía vital viene de la antigüedad, cuando los pensadores y filósofos no podían explicar por qué los seres vivos estaban vivos. ¿Qué diferenciaba un objeto inerte o una máquina de un ser vivo? ¿Por qué necesitamos respirar? ¿Por qué morimos? O mejor aún ¿qué le ocurre a nuestro cuerpo cuando morimos? La única explicación posible era algún tipo de fuerza desconocida que animaba los seres vivos.La química moderna ha ido explicando poco a poco todo aquello que se atribuía a esa misteriosa fuerza vital, hasta descartarla por completo.¿Porque sigue aun arraigado en nosotros ese sentimiento? ¿Que diferencia a esas personas que irradian energía de las que permanecen mas bien pasivas?
Cuenta Don Antonio Gude en su blog una pequeña historia del jugador de la fotografía. Ratmir Jolmov que me parece instructiva:
"Nacido en 1925, a los 16 años, Ratmir Jolmov era ya campeón de su ciudad, Arjangelsk, cerca del Círculo Ártico. Corpulento y musculoso, se había enrolado ya en un buque bacaladero, como grumete y fogonero. Pero tras los intensos bombardeos de su ciudad, Jolmov fue trasladado al puerto de Vladivostok en el Pacífico, y desde allí se embarcó para Estados Unidos. Lo curioso es que, en el último momento, la empresa cambió su destino y el buque en el que debía viajar inicialmente se fue a pique.
"Regresó a casa en un petrolero, pero durante una fuerte tormenta el buque encalló en un arrecife, con unidades de la armada japonesa en la zona (eran los tiempos de la Segunda Guerra Mundial). Como la fuga de petróleo de los depósitos cercanos a las calderas amenazaban con explosionar, Jolmov y otros marineros lograron la hazaña de cerrar justo a tiempo una válvula crítica. Después de muchas aventuras, regresó a Vladivostok, y de allí a Arjangelsk. pero no sin que durante la travesía perdiese la voz, que nunca recuperaría del todo y, una vez finalizada la guerra, le fue reconocida una incapacidad física por ese motivo.
Como jugador de ajedrez, destacaba por su solidez, sus recursos defensivos y su enorme tenacidad, seguramente consecuencia de una vida nada fácil.
Se recordará su victoria sobre Bobby Fischer en el Memorial Capablanca de 1965, cuando el norteamericano jugó por télex desde Nueva York. Bebedor empedernido, la noche anterior había estado bebiendo mucho ron en su hotel. Smyslov le había estado preparando con unos análisis sobre la Ruy López, pero vio que estaba tan bebido que dio por supuesto que los análisis no servirían de nada. Jolmov contó así aquella partida:
"¿Pero qué has hecho?", me dije. "Me senté al día siguiente, pensando en mi exceso de la noche anterior. Dirán: hijo de puta, habría que mandarte al infierno por tu comportamiento, precisamente la víspera de tu enfrentamiento con Fischer. Estabas borracho como una cuba. Así que me senté allí, apretando los dientes y los puños, para no moverme del asiento. Y toda la variante que habíamos preparado la noche anterior la fui recordando."
Jolmov ganó, haciendo gala de una dureza y energía interior que ya quisiera para mi. ¿Voluntad? ¿Alegría? ¿Amar la vida? Solo sé una cosa. En demasiadas ocasiones nos dejamos llevar, dejamos de pensar, dejamos de sentir, para estar "cómodos".
¿Que es lo que realmente queremos conseguir? ¿Que nos motiva? Ahí seguramente está la respuesta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario