"(Un) tipo puede cambiar de todo. De cara, de casa, de familia, de novia, de religión, de dios... Pero hay una cosa que no puede cambiar... No puede cambiar de pasión..."
Esta frase, de la película "El secreto de sus ojos", la pronuncia el actor Guillermo Francella, que da vida al personaje "Pablo Sandoval".
Francella es un alcohólico al que su jefe y amigo (Ricardo Darín) mas de una vez ha tenido que "rescatar" de su bar habitual. Ambos están en un punto muerto en la búsqueda de un asesino. De repente, tiene una chispa de inspiración y encuentra un sitio donde buscarlo. Donde está lo único que no puede cambiar. Donde está lo que le apasiona...
Si alguna vez desaparezco y no hay rastro de mi, pueden buscarme donde se juegue al ajedrez, y si es con amigos, amigas, chicas guapas y gente interesante, no lo duden. Allí estaré...
¿Cual es su pasión?
¿Porqué nos hacen tan felices y adictos a ellas?
¿Lo podemos cambiar todo menos eso, como dice Francella?
Me enorgullezco de tener varias pasiones. Me dan "micro alegrías", y esos pequeños instantes felices hacen que muchas noches me acueste con una sonrisa en la cara. Y hacen que cuando me despierto tenga ganas, pasión por vivir.
Llegan las fiestas navideñas. Momento de balances, de recapitular, de planificar el año 2014. Momento de alegría, y de tristeza en algunos casos.
Les deseo que busquen y disfruten de sus pasiones. Que aprovechen si tienen tiempo para cultivarlas. Para buscar y descubrir. Para tener, no ya la felicidad continua y artificial que nos venden en esta época, sino para que encuentren micro alegrías que les hagan reír, disfrutar y desear seguir vivos.
Gracias por leerme. Felices fiestas.
sábado, 21 de diciembre de 2013
jueves, 19 de diciembre de 2013
El fracaso
"El primer principio es que no debes de engañarte a ti mismo, y tu eres la persona mas fácil de engañar" (Richard Feynman, ganador del premio nobel de física en 1965)
Fracasamos. Es normal. El fracaso es el primer paso para aprender. Si no fracasásemos, nunca trataríamos de mejorar, y, si somos listos, de no repetir errores. Pero duele tanto fracasar...
Duele tanto que muchas veces nos entra el miedo, el pánico, y, o huimos para evitar el dolor, o nos engañamos como avisaba Richard Feynman en su cita.
Los fracasos pueden ser totales o parciales, muy dolorosos o leves... Hay gente que no los acepta y se autoengaña toda su vida. Hay personas que siempre tienen escusas para los fracasos y las derrotas (ya lo decía mi admirado Tartakower: "nunca le he ganado a un rival que estuviera bien de salud").
Y lo principal para seguir adelante creo que es la aceptación. Aceptar la derrota, el fracaso. Curar la herida emocional (esto cuesta algo mas), el orgullo herido. Es fácil de decir y muy difícil de hacer, pero si se consigue uno se hace mas fuerte.
Viene a mi mente la película "Matrix": El agente Smith tiene agarrado del cuello a Neo (Keanu Reeves). Es la primera vez que han luchado cuerpo a cuerpo y todo parece perdido. El tren se acerca, Neo está inmovilizado y escucha la inquietante frase de su rival...
"¿Oye eso Sr.Anderson? Es el sonido de lo inevitable..."
Solo una cosa es inevitable, la muerte. Lo demás, mas o menos difícil, mas o menos posible, está ahí, pendiente de que luchemos o no luchemos por ello. Pendiente de si lo queremos o no. Los fracasos son pasos en una dirección que, si es correcta o no, solo podemos descubrir nosotros. Si no fracasas no descubrirás nada.
En esa misma escena de la película, Keanu Reeves mira de frente al tren que se acerca, y sin dejar de forcejear, valora su derrota y, tras puntualizar: "Mi nombre es Neo", da un salto estratosférico, se libera y sale corriendo.
Si, aun no es el momento, así no ha sido posible... pero pronto lo será...
viernes, 13 de diciembre de 2013
Dire straits (Grandes apuros, situación desesperada...)
Muchos hispano parlantes conocemos a Mark Knopfler y su mítica banda Dire Straits. Lo que muchos no saben es que Dire Straits, en inglés, significa "grandes apuros o situación desesperada"...
El nombre lo sugirió un amigo del batería del grupo, en alusión a su penosa situación económica que atravesaban cuando intentaban empezar como banda de rock.
El 27 de julio de 1977 grabaron una maqueta de 5 canciones, tras sacar de donde no tenían las aproximadamente 120 libras esterlinas que costaba su producción. Esa maqueta incluía, entre otros éxitos, la mítica canción "Sultans of Swing".
Esa maqueta acabó en manos de un afamado crítico musical, que, tras quedar gratamente impresionado, la emitió el 30 de julio en un programa de radio de la BBC. Distintos ejecutivos musicales que lo escucharon comenzaron a buscar a los autores de aquella música. Cuenta uno de ellos que los escuchó por primera vez aquella noche mientras se duchaba y se quedó impactado...
El resto es historia...
Parece que el éxito viene solo, que los "grandes" siempre lo han sido. Pero nunca es fácil.
Mark Knopfler en 1973 se licenció en filología inglesa. Emigró a Londres y hasta 1977, según sus palabras, pasó épocas donde literalmente se moría de hambre. Tuvo que ejercer de lo suyo (profesor de lengua inglesa) para sobrevivir, pero ni un solo día dejó de luchar por ser seleccionado en audiciones a las que se presentaba, o tocar en clubs de mala muerte o lo que fuera que tuviera que ver con aquello en lo que quería convertirse.
Mark Knopfler creía el si mismo. No perdió la esperanza.
En el ajedrez, como en la vida, hay situaciones que parecen desesperadas, perdidas, imposibles. Muchas se pierden, pero hay otras muchas en las que, con fe, apretando los dientes, concentrado, sabiendo lo que queremos, se salvan.
Y es que ya lo decía el genial Tartakower: "Nadie ha ganado una partida de ajedrez abandonando"
¿Abandonamos o seguimos luchando?
El nombre lo sugirió un amigo del batería del grupo, en alusión a su penosa situación económica que atravesaban cuando intentaban empezar como banda de rock.
El 27 de julio de 1977 grabaron una maqueta de 5 canciones, tras sacar de donde no tenían las aproximadamente 120 libras esterlinas que costaba su producción. Esa maqueta incluía, entre otros éxitos, la mítica canción "Sultans of Swing".
Esa maqueta acabó en manos de un afamado crítico musical, que, tras quedar gratamente impresionado, la emitió el 30 de julio en un programa de radio de la BBC. Distintos ejecutivos musicales que lo escucharon comenzaron a buscar a los autores de aquella música. Cuenta uno de ellos que los escuchó por primera vez aquella noche mientras se duchaba y se quedó impactado...
El resto es historia...
Parece que el éxito viene solo, que los "grandes" siempre lo han sido. Pero nunca es fácil.
Mark Knopfler en 1973 se licenció en filología inglesa. Emigró a Londres y hasta 1977, según sus palabras, pasó épocas donde literalmente se moría de hambre. Tuvo que ejercer de lo suyo (profesor de lengua inglesa) para sobrevivir, pero ni un solo día dejó de luchar por ser seleccionado en audiciones a las que se presentaba, o tocar en clubs de mala muerte o lo que fuera que tuviera que ver con aquello en lo que quería convertirse.
Mark Knopfler creía el si mismo. No perdió la esperanza.
En el ajedrez, como en la vida, hay situaciones que parecen desesperadas, perdidas, imposibles. Muchas se pierden, pero hay otras muchas en las que, con fe, apretando los dientes, concentrado, sabiendo lo que queremos, se salvan.
Y es que ya lo decía el genial Tartakower: "Nadie ha ganado una partida de ajedrez abandonando"
¿Abandonamos o seguimos luchando?
miércoles, 4 de diciembre de 2013
Tontocracia
Esta maravillosa frase, que me descubrió Yago Gallach en su blog (Oxigenoalavida.wordpress.com), fue pronunciada en 2008 por un aficionado que acababa de perder una partida en el torneo internacional de Villarrobledo, frente a un puesto de libros.
Resume perfectamente las diferencias que hay entre lo que sucede dentro de un tablero de ajedrez y fuera.
Un ejemplo: Los dos protagonistas de la foto son ambos ex-campeones del mundo de ajedrez. Anatoly Karpov y Garry Kasparov. Dentro del tablero ambos han sido de los mejores de la historia. Conocen los entresijos del juego, como organizarse... MANDAN.
El de la derecha en la foto es Garry Kasparov. Hace pocas semanas ha "presentado" su candidatura a presidir la federación, pero, si no hay sorpresas, terminará pasando como en las anteriores elecciones "democráticas", en las que se presentó Anatoli Karpov, y perdió "democráticamente"contra el actual presidente.
¿Que lógica tiene esto?
A veces pienso que mas que en sistemas democráticos, nos organizamos en sistemas tontocráticos. Si no no me explico el porqué tenemos los dirigentes que tenemos, ni porqué el sentido común esta tan lejos de muchas decisiones, en teoría por el bien de todos. No mandan los que querríamos, ni son elegidos los mas adecuados. No los conocemos ni nos dejan.
Las democracias se manipulan claramente para que, con ayuda de todos los medios a su alcance, ganen, no los mejores, como en el ajedrez, sino los peores en muchos casos.
Las buenas organizaciones (que las hay) si que promocionan el saber, si que valoran los logros y los avances personales. Hasta que logremos erradicar las Tontocracias y arreglemos el mundo, busquemos, como en el ajedrez, organizarnos y vivir con los mejores. Suerte.
jueves, 14 de noviembre de 2013
El mejor y el peor momento
En nuestra vida influye evidentemente la suerte, pero nosotros influimos también, con nuestro trabajo, nuestras decisiones y la dirección que tomamos en muchos momentos. Un personaje como Eric Cantona, que no deja indiferente, y que desde luego ha tomado muchas decisiones, maravillosas y polémicas, me sirve de ejemplo.
Si algo le sobra a Eric es carácter. Abandonó el fútbol en 1991 por orgullo, tras un incidente en un partido de fútbol de la liga francesa, a la edad de 25 años. Afortunadamente hizo caso a los que le aconsejaban irse a Inglaterra y meses después debutó en el fútbol inglés, donde llegó a ser uno de los jugadores mas admirados hasta su retirada, en 1997, cosa que hizo antes de que su carrera comenzara a declinar.
Le apodan "el rey", y se hizo famoso por sus golazos, algunos de ellos memorables; pero también por su mal carácter, que le llevo al penoso incidente de dar una patada a un espectador en pleno partido de fútbol (el cual le estaba gritando insultos racistas), por lo que le castigaron 9 meses sin jugar.
Tras su retirada del fútbol, se ha dedicado al cine, a ser entrenador, y también a agitar las redes sociales, como cuando en 2010 hizo un llamamiento para que todos los franceses sacaran el dinero de los bancos, por los recortes y la perdida de derechos de los ciudadanos.
Y fue en una película, "Buscando a Eric", donde encontré una perla, una reflexión sobre los mejores y los peores momentos de uno mismo.
El protagonista, Eric Bishop (a la derecha en el cartel) un cartero de Manchester rodeado de múltiples problemas, recibe vistas como alucinaciones de su ídolo, Eric Cantona (que hace de él mismo).
En una de esas alucinaciones, el protagonista le pregunta a Eric Cantona cual fue su mejor momento en un campo de fútbol. ¿Acaso aquel gol de volea? ¿O aquel golazo que sorprendió a todo el estadio?... Cantona responde negativamente. No, no fue un gol. Fue un pase a un compañero. Un pase sorprendente, genial, que le dejó en una posición perfecta para conseguir batir la meta contraria.
¿Y que habría pasado si tu compañero falla? Le pregunta el protagonista. La respuesta de Cantoná es rotunda: hay que confiar. Confiar.
Y a renglón seguido le pregunta también por su peor momento. La suspensión de 9 meses sin poder jugar por la patada al aficionado. Cantona también se sincera y habla de que, en los peores momentos tienes que centrarte en una meta. Buscó una meta (¡aprender a tocar la trompeta!) y se dedicó a ella...
Todos pasamos momentos que, quizás no valoramos, pero que luego apreciamos como los mejores, o los peores que hemos pasado. En ajedrez un ejemplo famoso fue el de Alekhine, que preso del alcoholismo perdió el titulo mundial frente a Euwe, y que 2 años después consiguió recuperarlo, logrando así su meta.
Yo mismo llevo 2 semanas terribles donde cada momento podía convertirse en el mejor o en el peor momento de todos. La sonrisa, una meta, confiar y disfrutar de la compañía de buena gente ha hecho, y hace, todo mucho mas llevadero.
Si algo le sobra a Eric es carácter. Abandonó el fútbol en 1991 por orgullo, tras un incidente en un partido de fútbol de la liga francesa, a la edad de 25 años. Afortunadamente hizo caso a los que le aconsejaban irse a Inglaterra y meses después debutó en el fútbol inglés, donde llegó a ser uno de los jugadores mas admirados hasta su retirada, en 1997, cosa que hizo antes de que su carrera comenzara a declinar.
Le apodan "el rey", y se hizo famoso por sus golazos, algunos de ellos memorables; pero también por su mal carácter, que le llevo al penoso incidente de dar una patada a un espectador en pleno partido de fútbol (el cual le estaba gritando insultos racistas), por lo que le castigaron 9 meses sin jugar.
Tras su retirada del fútbol, se ha dedicado al cine, a ser entrenador, y también a agitar las redes sociales, como cuando en 2010 hizo un llamamiento para que todos los franceses sacaran el dinero de los bancos, por los recortes y la perdida de derechos de los ciudadanos.
Y fue en una película, "Buscando a Eric", donde encontré una perla, una reflexión sobre los mejores y los peores momentos de uno mismo.
El protagonista, Eric Bishop (a la derecha en el cartel) un cartero de Manchester rodeado de múltiples problemas, recibe vistas como alucinaciones de su ídolo, Eric Cantona (que hace de él mismo).
En una de esas alucinaciones, el protagonista le pregunta a Eric Cantona cual fue su mejor momento en un campo de fútbol. ¿Acaso aquel gol de volea? ¿O aquel golazo que sorprendió a todo el estadio?... Cantona responde negativamente. No, no fue un gol. Fue un pase a un compañero. Un pase sorprendente, genial, que le dejó en una posición perfecta para conseguir batir la meta contraria.
¿Y que habría pasado si tu compañero falla? Le pregunta el protagonista. La respuesta de Cantoná es rotunda: hay que confiar. Confiar.
Y a renglón seguido le pregunta también por su peor momento. La suspensión de 9 meses sin poder jugar por la patada al aficionado. Cantona también se sincera y habla de que, en los peores momentos tienes que centrarte en una meta. Buscó una meta (¡aprender a tocar la trompeta!) y se dedicó a ella...
Todos pasamos momentos que, quizás no valoramos, pero que luego apreciamos como los mejores, o los peores que hemos pasado. En ajedrez un ejemplo famoso fue el de Alekhine, que preso del alcoholismo perdió el titulo mundial frente a Euwe, y que 2 años después consiguió recuperarlo, logrando así su meta.
Yo mismo llevo 2 semanas terribles donde cada momento podía convertirse en el mejor o en el peor momento de todos. La sonrisa, una meta, confiar y disfrutar de la compañía de buena gente ha hecho, y hace, todo mucho mas llevadero.
viernes, 27 de septiembre de 2013
Breaking Bad: Esclavos de nuestros actos
Este domingo será (si no pasa nada) un día feliz y doloroso al mismo tiempo. Termina una de las series mas impresionantes que he visto en mi vida: Breaking Bad
Para mi los elementos que hacen que una serie o película sea buena son: Que sea interesante (que no me aburra), que me sorprenda, que sea dinámica (no significa que tenga mucha acción, sino que mueva algo dentro de mi), y que sea creíble. Breaking Bad lo cumple.
Nadie mejor que un jugador de ajedrez sabe que somos esclavos de nuestros actos. Cada jugada que se hace en el tablero, esa que elegimos entre miles y miles de opciones, condiciona el resto de la partida. Cada elección que hacemos forma nuestro futuro, y no se puede dar marcha atrás, puedes intentar rectificar, rehacerte, pero pocas veces es posible. A veces todo se complica, por una decisión inicial, inocente, casi lógica... como en esta maravilla de serie que el domingo toca a su fin...
Porque Breaking Bad es eso. Un pedazo de historia, que parece absurda a veces, dramática en otras ocasiones, con momentos lentos, capítulos algo aburridos, y otros memorables. Con una sucesión de decisiones, de actos de los protagonistas que, con el estímulo de la suerte, y de la desgracia, lleva siempre a un final que tiene una virtud. No te deja indiferente.
Sus autores juegan además con escenas de los capítulos finales intercaladas en la historia, en casi todas las temporadas vemos sucesos futuros que interpretamos y que, al final, siempre sorprenden.
Viendo y disfrutando de esta serie, que en algún momento quise dejar de ver (pero no pude), no puedo dejar de pensar en el título de esta entrada: esclavos de nuestros actos, de nuestras palabras. Tomamos cientos de decisiones cada día, algunas de ellas pensadas, la mayoría automáticas, y así nos va. Una y otra vez rectificando, desdiciendonos, como cantan los Héroes del Silencio en la canción "La chispa adecuada":
"No se distinguir entre besos y raíces
no se distinguir lo complicado de lo simple
Promesas a olvidar... Todo arde si le aplicas la chispa adecuada... Arda donde arda "Walter White", el protagonista de la serie, Vince Gilligan su creador, y los actores que encarnan a los personajes, a todos: Gracias.
Y recordemos que no vale no actuar, no hacer ninguna jugada para no equivocarte. Se te acaba el tiempo y pierdes de la peor manera posible, paralizado y con cara de tonto.
Para mi los elementos que hacen que una serie o película sea buena son: Que sea interesante (que no me aburra), que me sorprenda, que sea dinámica (no significa que tenga mucha acción, sino que mueva algo dentro de mi), y que sea creíble. Breaking Bad lo cumple.
Nadie mejor que un jugador de ajedrez sabe que somos esclavos de nuestros actos. Cada jugada que se hace en el tablero, esa que elegimos entre miles y miles de opciones, condiciona el resto de la partida. Cada elección que hacemos forma nuestro futuro, y no se puede dar marcha atrás, puedes intentar rectificar, rehacerte, pero pocas veces es posible. A veces todo se complica, por una decisión inicial, inocente, casi lógica... como en esta maravilla de serie que el domingo toca a su fin...
Porque Breaking Bad es eso. Un pedazo de historia, que parece absurda a veces, dramática en otras ocasiones, con momentos lentos, capítulos algo aburridos, y otros memorables. Con una sucesión de decisiones, de actos de los protagonistas que, con el estímulo de la suerte, y de la desgracia, lleva siempre a un final que tiene una virtud. No te deja indiferente.
Sus autores juegan además con escenas de los capítulos finales intercaladas en la historia, en casi todas las temporadas vemos sucesos futuros que interpretamos y que, al final, siempre sorprenden.
Viendo y disfrutando de esta serie, que en algún momento quise dejar de ver (pero no pude), no puedo dejar de pensar en el título de esta entrada: esclavos de nuestros actos, de nuestras palabras. Tomamos cientos de decisiones cada día, algunas de ellas pensadas, la mayoría automáticas, y así nos va. Una y otra vez rectificando, desdiciendonos, como cantan los Héroes del Silencio en la canción "La chispa adecuada":
"No se distinguir entre besos y raíces
no se distinguir lo complicado de lo simple
y ahora estas en mi lista de promesas a olvidar
todo arde si le aplicas la chispa adecuada"
Promesas a olvidar... Todo arde si le aplicas la chispa adecuada... Arda donde arda "Walter White", el protagonista de la serie, Vince Gilligan su creador, y los actores que encarnan a los personajes, a todos: Gracias.
Y recordemos que no vale no actuar, no hacer ninguna jugada para no equivocarte. Se te acaba el tiempo y pierdes de la peor manera posible, paralizado y con cara de tonto.
viernes, 20 de septiembre de 2013
Home, Casa, Hogar, Mare...
¿Donde está nuestro hogar, nuestra casa?
No me refiero al lugar físico donde vivimos; sino a aquel lugar, persona o cosa que nos hace sentir "a salvo, en casa". Como cuando yo jugaba al pilla pilla de pequeño y, llegaba a la "casa", donde no nos podían pillar (en Valencia, decíamos "mare" que significa madre, mama), donde estábamos a salvo, donde podíamos descansar y parar de correr.
Hace poco vi la película documental "Searching for a sugar man". (Aprovecho para recomendarla encarecidamente). Me sorprendió, mucho y para bien. En una de sus escenas alguien decía algo así como: "vivieron en 20 edificios diferentes, pero ninguno era un hogar", y me hizo reflexionar sobre la diferencia entre vivienda y casa (hogar).
Vivienda: Un lugar donde duermes o estás. No te apetece en especial estar, pero cuando tienes que irte a dormir vas.
Casa (Hogar): Es tu refugio. No siempre ni a todas horas, pero quieres volver. En ella descansas, te puedes dejar llevar, puedes ser tú.
Y otra idea del documental que os he comentado: "el hogar es la aceptación". En tu casa eres como eres y, aunque te adaptes para convivir con los demás, como no te sientas aceptado, bienvenido, como no puedas dejarte llevar... deja de ser tu hogar para convertirse en tu vivienda.
¿Y que mas? Hay personas que son nuestra casa también. En cuya compañía uno se siente bien, aceptado, puede ser uno mismo. A esas personas se les llama amigos, aunque el tema de la amistad merece una o varias entradas adicionales.
¿Mas? Hay gente que siente su trabajo como su casa. En los tiempos que corren cada vez menos, pero hay afortunados que disfrutan de su profesión y hacen de su práctica, no un trabajo, sino un hogar ambulante.
¿Y mas? Vi hace poco un documental sobre Bobby Fischer (ex-campeón del mundo de ajedrez). Un documental muy malo, del canal Biografía. Lo único que me gustó fueron las imágenes de Fischer que no había visto.Y me fijé en algo relacionado con esto. Para él su único hogar era, no un lugar o una compañía, sino cuando tenia delante un tablero de ajedrez y/o un contrincante. Hay gente que hace de su hobby, deporte, campo de fútbol de su equipo... su casa.
Como decía al principio, en Valencia, en vez de decir "casa" jugando al pilla pilla, decíamos "mare" (madre). Y es que, el hogar donde casi todos aprendimos a apreciar lo bueno de la vida, fue junto a nuestra mama (y/o nuestro papa). No siempre lo hicieron bien, pero allí aprendimos el significado de donde queremos estar, de donde nos podemos refugiar.
Y nunca dejaremos de buscarlo.
No me refiero al lugar físico donde vivimos; sino a aquel lugar, persona o cosa que nos hace sentir "a salvo, en casa". Como cuando yo jugaba al pilla pilla de pequeño y, llegaba a la "casa", donde no nos podían pillar (en Valencia, decíamos "mare" que significa madre, mama), donde estábamos a salvo, donde podíamos descansar y parar de correr.
Hace poco vi la película documental "Searching for a sugar man". (Aprovecho para recomendarla encarecidamente). Me sorprendió, mucho y para bien. En una de sus escenas alguien decía algo así como: "vivieron en 20 edificios diferentes, pero ninguno era un hogar", y me hizo reflexionar sobre la diferencia entre vivienda y casa (hogar).
Vivienda: Un lugar donde duermes o estás. No te apetece en especial estar, pero cuando tienes que irte a dormir vas.
Casa (Hogar): Es tu refugio. No siempre ni a todas horas, pero quieres volver. En ella descansas, te puedes dejar llevar, puedes ser tú.
Y otra idea del documental que os he comentado: "el hogar es la aceptación". En tu casa eres como eres y, aunque te adaptes para convivir con los demás, como no te sientas aceptado, bienvenido, como no puedas dejarte llevar... deja de ser tu hogar para convertirse en tu vivienda.
¿Y que mas? Hay personas que son nuestra casa también. En cuya compañía uno se siente bien, aceptado, puede ser uno mismo. A esas personas se les llama amigos, aunque el tema de la amistad merece una o varias entradas adicionales.
¿Mas? Hay gente que siente su trabajo como su casa. En los tiempos que corren cada vez menos, pero hay afortunados que disfrutan de su profesión y hacen de su práctica, no un trabajo, sino un hogar ambulante.
¿Y mas? Vi hace poco un documental sobre Bobby Fischer (ex-campeón del mundo de ajedrez). Un documental muy malo, del canal Biografía. Lo único que me gustó fueron las imágenes de Fischer que no había visto.Y me fijé en algo relacionado con esto. Para él su único hogar era, no un lugar o una compañía, sino cuando tenia delante un tablero de ajedrez y/o un contrincante. Hay gente que hace de su hobby, deporte, campo de fútbol de su equipo... su casa.
Como decía al principio, en Valencia, en vez de decir "casa" jugando al pilla pilla, decíamos "mare" (madre). Y es que, el hogar donde casi todos aprendimos a apreciar lo bueno de la vida, fue junto a nuestra mama (y/o nuestro papa). No siempre lo hicieron bien, pero allí aprendimos el significado de donde queremos estar, de donde nos podemos refugiar.
Y nunca dejaremos de buscarlo.
jueves, 12 de septiembre de 2013
Merecer la suerte
La suerte es caprichosa; todo va bien hasta que deja de ir...
Como le pasó a Carlos Sainz y Luis Rodríguez Moya en 1998. A 500 metros de terminar el rally de Inglaterra y de ganar su tercer mundial, el coche, con el que habían circulado miles de horas y de kilómetros, dijo que no... y perdieron. Verdaderamente mala suerte.
Después hay casos donde la suerte se busca, y se encuentra sufriendo. Hace menos de 3 días mi admirado Rafa Nadal sufrió en el tercer set del Open de Estados Unidos; con 4-4 en el set, y 1-1 en el marcador, frente a Djokovic levantó un 0-40 con su saque. Fue la clave. A partir de ahí gano el set, y en el siguiente barrió a su adversario. Buscó la suerte y la encontró...
La suerte existe. Golpes de suerte y de mala suerte todos tenemos. Hay gente que se empeña en encontrarla, y... no todos lo consiguen. Y hay personas que la merecen, pero que no la alcanzan... ¿Porqué?
Porque no aprovecharon su oportunidad, o porque no la tuvieron, o porque no la vieron... la suerte, las chances, las salidas pasan, todos buscamos trenes donde subirnos, y no siempre los tenemos, o los encontramos.
Uno de los grandes jugadores de ajedrez de la historia, y del que sus rivales decían que tenía suerte, era Miguel Tal, del que ya he hablado en este blog.
Sus contrincantes, tras perder con él trepidantes y alocadas partidas, hablaban de su gran fortuna... Decían que los engatusaba, que hacía magia... de ahí le vino su apodo "el mago de Riga". Él, respecto a la suerte, dijo:
"Si esperas que la suerte aparezca, la vida se vuelve muy aburrida"
Y creo que está en lo cierto. En la escena final de la película "Salvar al soldado Ryan", al soldado Ryan, tras las peripecias y aventuras que suceden, solo le dicen:
"Hágase usted digno de esto (la suerte de sobrevivir), merézcalo".
Veo a personas buenas a diario, gente a la que (a mi también), le vendría bien algo de suerte. Cada uno con sus anhelos y necesidades. Necesitan suerte... la merecen. Lo veo. Lo sé.
Lo que no se es si la buscan, y si el camino, como le pasaba a Miguel Tal, se les hace aburrido o se lo pasan bien. Yo prefiero lo segundo.
Ya llegará esa dichosa suerte.
Como le pasó a Carlos Sainz y Luis Rodríguez Moya en 1998. A 500 metros de terminar el rally de Inglaterra y de ganar su tercer mundial, el coche, con el que habían circulado miles de horas y de kilómetros, dijo que no... y perdieron. Verdaderamente mala suerte.
Después hay casos donde la suerte se busca, y se encuentra sufriendo. Hace menos de 3 días mi admirado Rafa Nadal sufrió en el tercer set del Open de Estados Unidos; con 4-4 en el set, y 1-1 en el marcador, frente a Djokovic levantó un 0-40 con su saque. Fue la clave. A partir de ahí gano el set, y en el siguiente barrió a su adversario. Buscó la suerte y la encontró...
La suerte existe. Golpes de suerte y de mala suerte todos tenemos. Hay gente que se empeña en encontrarla, y... no todos lo consiguen. Y hay personas que la merecen, pero que no la alcanzan... ¿Porqué?
Porque no aprovecharon su oportunidad, o porque no la tuvieron, o porque no la vieron... la suerte, las chances, las salidas pasan, todos buscamos trenes donde subirnos, y no siempre los tenemos, o los encontramos.
Uno de los grandes jugadores de ajedrez de la historia, y del que sus rivales decían que tenía suerte, era Miguel Tal, del que ya he hablado en este blog.
Sus contrincantes, tras perder con él trepidantes y alocadas partidas, hablaban de su gran fortuna... Decían que los engatusaba, que hacía magia... de ahí le vino su apodo "el mago de Riga". Él, respecto a la suerte, dijo:
"Si esperas que la suerte aparezca, la vida se vuelve muy aburrida"
Y creo que está en lo cierto. En la escena final de la película "Salvar al soldado Ryan", al soldado Ryan, tras las peripecias y aventuras que suceden, solo le dicen:
"Hágase usted digno de esto (la suerte de sobrevivir), merézcalo".
Veo a personas buenas a diario, gente a la que (a mi también), le vendría bien algo de suerte. Cada uno con sus anhelos y necesidades. Necesitan suerte... la merecen. Lo veo. Lo sé.
Lo que no se es si la buscan, y si el camino, como le pasaba a Miguel Tal, se les hace aburrido o se lo pasan bien. Yo prefiero lo segundo.
Ya llegará esa dichosa suerte.
martes, 3 de septiembre de 2013
Silbando...
Me decía hace varios años alguien, que había venido a España desde un país de Sudamérica, que notaba algo muy extraño en nuestras calles. Nadie silbaba.
Y es que ya lo decían los Monty Python al final de su película "La vida de Bryan", siempre hay que buscar el lado brillante de la vida. Empezamos el mes de septiembre, "el lunes de los meses" como oí que decían la semana pasada, y hay que, en muchos casos, volver al mundo real tras las vacaciones y ponerse uno las pilas. Silbando os aseguro que es mas fácil.
Es casi imposible silbar y estar enfadado. Varios estudios científicos (no puedo dejar aquí de mencionar a mi admirado Daniel Khaneman), demuestran que las posturas y expresiones de nuestro cuerpo influyen en nuestra mente y en lo que sentimos. Brazos y piernas cruzados nos disponen a cerrarnos a nuestro entorno o interlocutor, mientras que gestos como morder horizontalmente un lápiz o saltar, nos predisponen positivamente.
Porque, en nuestra vida, a pesar de todo lo que nos rodea, nos condiciona y nos contamina, nosotros decidimos siempre en última instancia como queremos sentirnos.
Los que jugamos al ajedrez, o cualquiera que practique con pasión un deporte lo sabe. Duele perder. Hay gente que no sabe como reaccionar, huye, se enfada, o tiene una escusa siempre a mano sobre ello.
Hace unos meses perdí una partida especialmente dolorosa frente a un niño. Y fue dolorosa porque, tras jugar muy bien, me desorienté tanto que dejé pasar varias oportunidades de tablas y, finalmente me rendí.
Mientras asumía que tenia la partida perdida y que me tenia que rendir, miré hacia dentro y observé como me sentía. Enfadado, indignado (conmigo mismo), herido... pero mi vista se desvió durante un instante a mi contrincante. Tenía miedo, estaba nervioso. Posiblemente fuera una victoria muy importante para él, de la que se acordaría mucho tiempo y que le motivaría. Decidí entonces ver el lado positivo, el lado brillante de la vida al que cantaban en "La vida de Bryan". Me alegré (lo sé, es contradictorio, perder, estar enfadado con uno mismo y alegrarse...) y felicité honradamente a mi adversario. Me sentí bien. Sigo de vez en cuando pensando y sufriendo los errores que cometí, pero en aquel instante, a pesar de perder, me sentí bien.
Decidí, y quiero decidir ver el lado brillante de la vida. Os dejo con la letra y la canción. Valen la pena.
Y es que ya lo decían los Monty Python al final de su película "La vida de Bryan", siempre hay que buscar el lado brillante de la vida. Empezamos el mes de septiembre, "el lunes de los meses" como oí que decían la semana pasada, y hay que, en muchos casos, volver al mundo real tras las vacaciones y ponerse uno las pilas. Silbando os aseguro que es mas fácil.
Es casi imposible silbar y estar enfadado. Varios estudios científicos (no puedo dejar aquí de mencionar a mi admirado Daniel Khaneman), demuestran que las posturas y expresiones de nuestro cuerpo influyen en nuestra mente y en lo que sentimos. Brazos y piernas cruzados nos disponen a cerrarnos a nuestro entorno o interlocutor, mientras que gestos como morder horizontalmente un lápiz o saltar, nos predisponen positivamente.
Porque, en nuestra vida, a pesar de todo lo que nos rodea, nos condiciona y nos contamina, nosotros decidimos siempre en última instancia como queremos sentirnos.
Los que jugamos al ajedrez, o cualquiera que practique con pasión un deporte lo sabe. Duele perder. Hay gente que no sabe como reaccionar, huye, se enfada, o tiene una escusa siempre a mano sobre ello.
Hace unos meses perdí una partida especialmente dolorosa frente a un niño. Y fue dolorosa porque, tras jugar muy bien, me desorienté tanto que dejé pasar varias oportunidades de tablas y, finalmente me rendí.
Mientras asumía que tenia la partida perdida y que me tenia que rendir, miré hacia dentro y observé como me sentía. Enfadado, indignado (conmigo mismo), herido... pero mi vista se desvió durante un instante a mi contrincante. Tenía miedo, estaba nervioso. Posiblemente fuera una victoria muy importante para él, de la que se acordaría mucho tiempo y que le motivaría. Decidí entonces ver el lado positivo, el lado brillante de la vida al que cantaban en "La vida de Bryan". Me alegré (lo sé, es contradictorio, perder, estar enfadado con uno mismo y alegrarse...) y felicité honradamente a mi adversario. Me sentí bien. Sigo de vez en cuando pensando y sufriendo los errores que cometí, pero en aquel instante, a pesar de perder, me sentí bien.
Decidí, y quiero decidir ver el lado brillante de la vida. Os dejo con la letra y la canción. Valen la pena.
"Siempre mira el lado brillante de la vida"
Hay cosas malas en la vida
Que pueden volverte loco
Otras te hacen jurar y maldecir
Cuando muerdas en hueso a la vida
No te quejes, sólo silba
Eso ayudará a que las cosas mejoren
Y...Siempre Mira el lado brillante de la vida...
... Siempre Mira el lado luminoso de la vida...
Si la vida parece una bonita mierda
Es que has olvidado algo
Reir, sonreir y bailar y cantar
Cuando estés deprimido
No seas tan tonto
Junta tus labios y silba - eso es.
Y... Siempre Mira el lado brillante de la vida...
... Siempre Mira el lado luminoso de la vida...
Porque la vida es bastante absurda
Y la muerte, la palabra final
Enfréntate al telón con una reverencia
Olvida eso de tu pecado -
da a la audiencia una gran sonrisa Disfruta -
a fin de cuentas es tu última oportunidad
Así que... mira siempre el lado brillante de la muerte
Antes de exhalar tu último aliento
La vida es un trozo de mierda
Cuando te paras a pensarlo
La vida es una risa y la muerte una broma, es cierto
Verás como todo es una farsa
Hazlos reir mientras te vas
Recuerda que la última risa será por ti
Y Siempre Mira el lado brillante de la vida...
Siempre Mira el lado bueno de la vida...
(¡Vamos, chicos, arriba ese ánimo!)
Siempre Mira El Lado Brillante De La Vida...
Siempre Mira El Lado Brillante De La Vida...
(Cosas peores ocurren en el mar, ¿sabes?.)
Siempre Mira El Lado Brillante De La Vida...
(Me explico - ¿Qué tienes que perder?)
(¿Sabes?, vienes de la nada - vuelves a la nada. ¿Qué has perdido?
¡Nada!)
Siempre Mira El Lado Brillante De La Vida...
miércoles, 14 de agosto de 2013
Galletas
Anoche soñé con galletas. Me sentaba a jugar en la mesa 11
de un torneo de ajedrez y, en vez de 32 piezas había 32 galletas.
A pesar de todo la partida comenzó, ante mi estupor, a la
segunda o tercera jugada mi rival movía una torre (perdón, galleta... uff que lío) de manera muy sospechosa y,
como todas las galletas eran iguales no me atrevía a jugar. En
un momento dado, vi que llevábamos 13 jugadas ya… y entonces pensé: “esto se
parece mucho a jugar sin ver las piezas, jugar a la ciega”… y el sueño terminó
entre protestas y propuestas mías como ir a una tienda a comprar piezas de verdad.
El ajedrez a la ciega es una de las formas más
espectaculares de jugar al ajedrez, y una de las que más asombro causa entre los neófitos. Como su nombre indica, consiste en que se juega sin ver el
tablero, con lo que el jugador ha de retener la posición en su mente. Las jugadas se
comunican de palabra, mediante notación
algebraica por ejemplo, o bien mediante sistemas más sofisticados como
un ordenador.
Hasta el año 2011
el récord de partidas a la ciega lo tenia, desde 1947, Miguel Najdorf, que jugó
contra 45 oponentes a la vez sin ver el tablero.
Tras el
enfrentamiento (ganó 39 de las partidas, empató 4 y perdió solo 2, ¡sin ver
ninguno de los tableros!) Najdorf tuvo que ser hospitalizado varios días debido
al esfuerzo. Él tenia una poderosa razón: Aquella exhibición fue una
forma de conseguir que su familia, desde Polonia, supiera que la guerra no
había podido con él. El actual récord está en 46 partidas a la ciega, lo tiene un jugador alemán (Marc Lang) que, en 2011, tras 21 horas de juego
ganó a 19 de sus adversarios, empató con 25 y perdió con 2. En esta ocasión después se fue a casa y no al hospital...
Hoy, muchas veces, hacemos lo mismo que yo en mi sueño con
las “piezas galleta”. Jugamos por jugar, hacemos por hacer, automáticamente, lo
mismo de siempre, o lo que sea, sin pensar, y, después, nos sorprendemos
que “aquello” lo hayamos hecho nosotros.
Y lo peor. Nos decimos a nosotros mismos: “si yo quisiera lo
haría mucho mejor…”
miércoles, 7 de agosto de 2013
Miedo: El lado oscuro
Dice la Wikipedia acerca del miedo:
El miedo o temor es una emoción caracterizada por un intenso sentimiento, habitualmente desagradable, provocado por la percepción de un peligro, real o supuesto, presente, futuro o incluso pasado. Es una emoción primaria que se deriva de la aversión natural al riesgo o la amenaza, y se manifiesta en todos los animales, por ejemplo el ser humano. La máxima expresión del miedo es el terror. Además el miedo está relacionado con la ansiedad.
Muchas cosas nos pueden dar miedo, como el actor de la serie "The walking dead" en la foto, Nos puede dar miedo casi cualquier cosa. Nuestra reacción suele ser evasiva, o bien no hacer nada o bien huir. Lo peor del miedo es que no pensamos. Nos dejamos llevar y, como diría el maestro Yoda en la saga de "La guerra de las galaxias", nos puede llevar al lado oscuro...
"El miedo es el camino hacia el lado oscuro, el miedo lleva a la ira, la ira lleva al odio, el odio lleva al sufrimiento, el sufrimiento al lado oscuro"... Cuando tenemos miedo nos cuesta pensar, se apoderan de nosotros las emociones primarias.
¿Cual es nuestro lado oscuro?
¿Que decisiones tomamos sin pensar, por miedo, por temor, por ira, odio o resentimiento?
¿De verdad somos tan racionales?
El miedo o temor es una emoción caracterizada por un intenso sentimiento, habitualmente desagradable, provocado por la percepción de un peligro, real o supuesto, presente, futuro o incluso pasado. Es una emoción primaria que se deriva de la aversión natural al riesgo o la amenaza, y se manifiesta en todos los animales, por ejemplo el ser humano. La máxima expresión del miedo es el terror. Además el miedo está relacionado con la ansiedad.
Muchas cosas nos pueden dar miedo, como el actor de la serie "The walking dead" en la foto, Nos puede dar miedo casi cualquier cosa. Nuestra reacción suele ser evasiva, o bien no hacer nada o bien huir. Lo peor del miedo es que no pensamos. Nos dejamos llevar y, como diría el maestro Yoda en la saga de "La guerra de las galaxias", nos puede llevar al lado oscuro...
"El miedo es el camino hacia el lado oscuro, el miedo lleva a la ira, la ira lleva al odio, el odio lleva al sufrimiento, el sufrimiento al lado oscuro"... Cuando tenemos miedo nos cuesta pensar, se apoderan de nosotros las emociones primarias.
¿Cual es nuestro lado oscuro?
¿Que decisiones tomamos sin pensar, por miedo, por temor, por ira, odio o resentimiento?
¿De verdad somos tan racionales?
martes, 30 de julio de 2013
Brothers in arms
Brothers in arms. La traducción literal sería "hermanos en (de) armas", algo así como la expresión en castellano "hermanos de sangre", aunque no literalmente. Mas bien se refiere a la hermandad y el vínculo que se adquiere entre los participantes en una batalla, o una guerra.
Hay muchos tipos de batallas (además de las de las guerras), desde las mas dramáticas como contra una enfermedad, hasta las más perdidas contra nosotros mismos. Mi mamá (en la foto a la derecha), libró una muy dura, y me ofreció varias lecciones de amor y vida. Primero con sus pensamientos positivos antes y después de las operaciones, y mas tarde junto con su hermana de armas (en la foto a la izquierda) en la lucha de ambas por la supervivencia. Coincidieron en la habitación hace mas de 10 años, y desde entonces tienen un vínculo que las unirá mientras vivan.
En ajedrez la mayoría de los torneos se juega mediante un sistema que se llama "Sistema Suizo". Consiste en (simplificándolo mucho) jugar un determinado número de partidas (normalmente de 7 a 10, según el número de jugadores. Si son en torno a 100 participantes, con 7 rondas basta, si son mas jugadores, 8, 9, 10 o mas son las partidas que se juegan). La manera de emparejar a los contrincantes es mediante la puntuación (es decir, juegas contra los que llevan tus mismos puntos).
Al terminar el torneo siempre hay jugadores que tienen los mismos puntos. Para desempatar, normalmente, se suman los puntos de todos los jugadores con los que te has enfrentado, y el que tiene rivales que han sumado mas puntos queda delante.
Esto hace un curioso efecto que he podido comprobar en carne propia este pasado fin de semana. Ganes o pierdas, a partir de jugar con alguien te conviene que gane, que le vaya bien, para tener mejor coeficiente de desempate. Si eres una persona normal, saludas, te interesas, e incluso puedes llegar a tener algún acercamiento personal con el desconocido con el que jugaste. Te conviertes en una especie de hermano de armas. Y es un incentivo muy sano, salvo que seas un mal perdedor.
La vida es una lucha constante. No nos descuidemos. Observar y descubrir a esos hermanos de armas que, sin darnos cuenta y por casualidad, aparecen, nos acompañan y nos hacen mas alegre este mundo es algo que no debemos de descuidar.
Nosotros elegimos.
Posdata: No deja de venir a mi mente el maravilloso tema de Dire Straits del mismo nombre. Os lo dejo, y que lo disfruteis.
Hay muchos tipos de batallas (además de las de las guerras), desde las mas dramáticas como contra una enfermedad, hasta las más perdidas contra nosotros mismos. Mi mamá (en la foto a la derecha), libró una muy dura, y me ofreció varias lecciones de amor y vida. Primero con sus pensamientos positivos antes y después de las operaciones, y mas tarde junto con su hermana de armas (en la foto a la izquierda) en la lucha de ambas por la supervivencia. Coincidieron en la habitación hace mas de 10 años, y desde entonces tienen un vínculo que las unirá mientras vivan.
En ajedrez la mayoría de los torneos se juega mediante un sistema que se llama "Sistema Suizo". Consiste en (simplificándolo mucho) jugar un determinado número de partidas (normalmente de 7 a 10, según el número de jugadores. Si son en torno a 100 participantes, con 7 rondas basta, si son mas jugadores, 8, 9, 10 o mas son las partidas que se juegan). La manera de emparejar a los contrincantes es mediante la puntuación (es decir, juegas contra los que llevan tus mismos puntos).
Al terminar el torneo siempre hay jugadores que tienen los mismos puntos. Para desempatar, normalmente, se suman los puntos de todos los jugadores con los que te has enfrentado, y el que tiene rivales que han sumado mas puntos queda delante.
Esto hace un curioso efecto que he podido comprobar en carne propia este pasado fin de semana. Ganes o pierdas, a partir de jugar con alguien te conviene que gane, que le vaya bien, para tener mejor coeficiente de desempate. Si eres una persona normal, saludas, te interesas, e incluso puedes llegar a tener algún acercamiento personal con el desconocido con el que jugaste. Te conviertes en una especie de hermano de armas. Y es un incentivo muy sano, salvo que seas un mal perdedor.
La vida es una lucha constante. No nos descuidemos. Observar y descubrir a esos hermanos de armas que, sin darnos cuenta y por casualidad, aparecen, nos acompañan y nos hacen mas alegre este mundo es algo que no debemos de descuidar.
Nosotros elegimos.
Posdata: No deja de venir a mi mente el maravilloso tema de Dire Straits del mismo nombre. Os lo dejo, y que lo disfruteis.
lunes, 22 de julio de 2013
Cosas que hacer en Denver cuando estás muerto
Cuando hace muchos años escuche el título de esta película, muy floja por cierto, quedé atrapado por él. Cosas que hacer en Denver (nunca he estado allí, pero el nombre es chulo) cuando estás muerto...
La frase es contundente. La película original en inglés se titula del mismo modo. Decía Arturo Pérez Reverte en una ocasión que morirse "da mucha vergüenza", que no puedes hacer nada, te vas, en el momento menos pensado y de la manera mas inverosímil. Y, sin dramatizar con la muerte, es verdad lo que dice. Pero, ¿Que hacer cuando sabemos, o creemos saber, que estamos muertos (que nos queda muy poco de vida, o que tenemos tal fecha de caducidad)?
Ayer domingo la recordé y la sentí. Jugaba una partida de ajedrez en un torneo y, por cansancio, por confiarme o por burro, tras empezar muy mal, al hacer la jugada 12, me levanté y paseé por la sala mientras mi rival pensaba. Tras alejarme del tablero, al volver, mientras me acercaba y miraba la posición de lejos, de repente, lo vi. Si mi contrincante hacia un movimiento de alfil, yo estaba muerto.
Fue como un latigazo. Como una visión. Estaba cansado, no razonaba con claridad, y, en ese instante sentí que perdería vergonzosamente.
Como mi rival pensaba mucho, me senté, pensando en que si jugaba lo que había visto yo me rendiría probablemente en el acto. ¡En solo 13 jugadas! Y mi rival, seguía pensando...
Me sentía perdido, muerto. Y lo peor es que sentía que solo era cuestión de tiempo mi derrota. Mientras mi rival seguía pensando (demasiado ya pensaba yo... no era tan difícil de ver la jugada) pasaba de la decepción a la curiosidad. ¿Habría algo oculto que no veo?
Jugó mi rival. ¡No jugó el alfil! La siguiente pregunta era, ¿estoy vivo? Mi posición era tan mala que yo no tenía esperanzas. Y cuando uno se siente muerto, que ha perdido, el resultado final (aunque las circunstancias ayuden a lo contrario) es que pierde.
Cuando nos auto-derrotamos, es casi seguro que perdemos. Decía Tartakower que no conocía a ningún jugador que hubiese ganado una partida rindiéndose, y es verdad.
Cuando estás muerto, tratas de quedar lo mejor posible y te vas. Ya no luchas por nada, ya no tienes tiempo. El mundo se acaba.
Si estas vivo (se puede comprobar fácilmente acercando una cerilla encendida a un dedo) puedes luchar, hay esperanza, puedes perder batallas, pero quedan guerras. Yo perdí la partida, aunque tenía la salvación en mis manos 2 jugadas antes de rendirme. No la vi. No tenía fe. Estaba muerto desde mucho antes.
Y no hice nada.
La frase es contundente. La película original en inglés se titula del mismo modo. Decía Arturo Pérez Reverte en una ocasión que morirse "da mucha vergüenza", que no puedes hacer nada, te vas, en el momento menos pensado y de la manera mas inverosímil. Y, sin dramatizar con la muerte, es verdad lo que dice. Pero, ¿Que hacer cuando sabemos, o creemos saber, que estamos muertos (que nos queda muy poco de vida, o que tenemos tal fecha de caducidad)?
Ayer domingo la recordé y la sentí. Jugaba una partida de ajedrez en un torneo y, por cansancio, por confiarme o por burro, tras empezar muy mal, al hacer la jugada 12, me levanté y paseé por la sala mientras mi rival pensaba. Tras alejarme del tablero, al volver, mientras me acercaba y miraba la posición de lejos, de repente, lo vi. Si mi contrincante hacia un movimiento de alfil, yo estaba muerto.
Fue como un latigazo. Como una visión. Estaba cansado, no razonaba con claridad, y, en ese instante sentí que perdería vergonzosamente.
Como mi rival pensaba mucho, me senté, pensando en que si jugaba lo que había visto yo me rendiría probablemente en el acto. ¡En solo 13 jugadas! Y mi rival, seguía pensando...
Me sentía perdido, muerto. Y lo peor es que sentía que solo era cuestión de tiempo mi derrota. Mientras mi rival seguía pensando (demasiado ya pensaba yo... no era tan difícil de ver la jugada) pasaba de la decepción a la curiosidad. ¿Habría algo oculto que no veo?
Jugó mi rival. ¡No jugó el alfil! La siguiente pregunta era, ¿estoy vivo? Mi posición era tan mala que yo no tenía esperanzas. Y cuando uno se siente muerto, que ha perdido, el resultado final (aunque las circunstancias ayuden a lo contrario) es que pierde.
Cuando nos auto-derrotamos, es casi seguro que perdemos. Decía Tartakower que no conocía a ningún jugador que hubiese ganado una partida rindiéndose, y es verdad.
Cuando estás muerto, tratas de quedar lo mejor posible y te vas. Ya no luchas por nada, ya no tienes tiempo. El mundo se acaba.
Si estas vivo (se puede comprobar fácilmente acercando una cerilla encendida a un dedo) puedes luchar, hay esperanza, puedes perder batallas, pero quedan guerras. Yo perdí la partida, aunque tenía la salvación en mis manos 2 jugadas antes de rendirme. No la vi. No tenía fe. Estaba muerto desde mucho antes.
Y no hice nada.
lunes, 8 de julio de 2013
Algo mas...
Quizás podamos dividir a las personas entre las que buscan algo mas y las que no...
Los que nos conocen, se sorprenden de que seamos amigos. Juan Arturo (de rojo en la foto), mi amigo desde los 15 años, tiene poco en común conmigo. Sin embargo desde casi el primer momento "conectamos" y, tras cerca de 30 años seguimos siéndolo. Y creo que el secreto es que ambos siempre hemos buscado "algo mas".
Él desde chaval era muy aficionado a todo lo relativo al mundo de las batallas, poco a poco su afición fue creciendo y, hoy, ha cumplido uno de sus sueños, estar en los Estados Unidos, en Gettisburg, recreando y celebrando el 4 de julio y las batallas que lo acompañan. Sin caer en la eterna insatisfacción (extremo peligroso de ese querer algo mas) ha ido disfrutando y creciendo en su pasión, en su vida... y seguirá haciéndolo.
La comodidad es una peligrosa compañera de vida. No voy a decir que no esté bien vivir cómodo, pero si te dejas llevar por ella... te estancas y realmente no sientes. Los que buscamos algo mas hemos descubierto (consciente o inconscientemente) que la felicidad esta en el camino de hacer las cosas, en los procesos de superación y/o de conseguir lo que quieres. Querer "algo mas" son muchas cosas: amar de verdad, querer, tener y educar a un hijo, mejorar en tu afición, descubrir cosas nuevas, conseguir cosas o en lograr romper alguno de los límites que creemos tener...
Leía hace poco que, hace muchos años, hicieron un experimento. A un jugador normalito de ajedrez (como podría ser yo, por ejemplo) lo "hipnotizaron" haciendole creer que era el ex campeón del mundo Miguel Tal (en la foto jugando con una niña). Tras esto lo hicieron jugar al ajedrez contra el propio Miguel Tal (al que no reconoció pues él se creía Tal), y, aunque perdió las partidas que jugaron, jugo a un nivel muy por encima de su ranking. Tras esto, lo "deshipnotizaron" y, siendo ya él mismo le ofrecieron jugar contra el auténtico Miguel Tal. Aterrado, en principio rechazo jugar pues no tenía nivel suficiente para jugar con él. Cuando le convencieron, jugó mal, perdiendo rápidamente todas las partidas.
¿De que seríamos capaces si creyésemos mas en nosotros mismos? No voy a decir aquello que algunos nos quieren vender de "tu puedes con todo", pero si que, si te pones límites, los cumples. Si no te los pones y quieres "algo mas" muy probablemente lo consigas, y, quien sabe, mientras tanto, hasta puedes ser feliz...
Los que nos conocen, se sorprenden de que seamos amigos. Juan Arturo (de rojo en la foto), mi amigo desde los 15 años, tiene poco en común conmigo. Sin embargo desde casi el primer momento "conectamos" y, tras cerca de 30 años seguimos siéndolo. Y creo que el secreto es que ambos siempre hemos buscado "algo mas".
Él desde chaval era muy aficionado a todo lo relativo al mundo de las batallas, poco a poco su afición fue creciendo y, hoy, ha cumplido uno de sus sueños, estar en los Estados Unidos, en Gettisburg, recreando y celebrando el 4 de julio y las batallas que lo acompañan. Sin caer en la eterna insatisfacción (extremo peligroso de ese querer algo mas) ha ido disfrutando y creciendo en su pasión, en su vida... y seguirá haciéndolo.
La comodidad es una peligrosa compañera de vida. No voy a decir que no esté bien vivir cómodo, pero si te dejas llevar por ella... te estancas y realmente no sientes. Los que buscamos algo mas hemos descubierto (consciente o inconscientemente) que la felicidad esta en el camino de hacer las cosas, en los procesos de superación y/o de conseguir lo que quieres. Querer "algo mas" son muchas cosas: amar de verdad, querer, tener y educar a un hijo, mejorar en tu afición, descubrir cosas nuevas, conseguir cosas o en lograr romper alguno de los límites que creemos tener...
Leía hace poco que, hace muchos años, hicieron un experimento. A un jugador normalito de ajedrez (como podría ser yo, por ejemplo) lo "hipnotizaron" haciendole creer que era el ex campeón del mundo Miguel Tal (en la foto jugando con una niña). Tras esto lo hicieron jugar al ajedrez contra el propio Miguel Tal (al que no reconoció pues él se creía Tal), y, aunque perdió las partidas que jugaron, jugo a un nivel muy por encima de su ranking. Tras esto, lo "deshipnotizaron" y, siendo ya él mismo le ofrecieron jugar contra el auténtico Miguel Tal. Aterrado, en principio rechazo jugar pues no tenía nivel suficiente para jugar con él. Cuando le convencieron, jugó mal, perdiendo rápidamente todas las partidas.
¿De que seríamos capaces si creyésemos mas en nosotros mismos? No voy a decir aquello que algunos nos quieren vender de "tu puedes con todo", pero si que, si te pones límites, los cumples. Si no te los pones y quieres "algo mas" muy probablemente lo consigas, y, quien sabe, mientras tanto, hasta puedes ser feliz...
miércoles, 3 de julio de 2013
Ejes
Igual que los coches, que una partida de ajedrez, nuestras vidas giran en torno a ejes que marcan nuestro funcionamiento.
Hay personas que construyen su vida alrededor de un único eje, como por ejemplo Bobby Fischer (sonriendo en la foto), que lo hizo alrededor únicamente del ajedrez. Él fue un ejemplo claro de que cuando giramos solo en torno a una cosa, quizás seamos especialistas en ella, quizás hasta triunfemos en esa faceta (como Fischer) pero nuestra vida se queda huérfana y terminamos siendo profundamente infelices.
Y que no decir de cuando se nos rompe uno de esos ejes. Los ejes son nuestro sostén principal. Nuestra familia, nuestra pareja, nuestro trabajo, nuestras ideas sobre el bien y el mal... Cuando se quiebra uno de ellos, como en los vehículos o las máquinas, nos apoyamos en los otros hasta que podemos llegar al taller. Ya no funcionamos igual, y tenemos que reconstruir o buscar un nuevo eje, similar o diferente, para que nuestra vida siga "en marcha".
Los mecánicos saben que cuando un eje se parte, es casi imposible repararlo, y si se hace, queda mucho mas débil que antes. Eso si, si vemos síntomas de que ese eje se está deteriorando, es momento de parar y decidir si hay que cambiar o no.
Pero que difícil es darse cuenta de que uno de los ejes de nuestra vida está rompiéndose. No nos gusta mirar. Preferimos seguir como si nada y muchas veces forzamos, pensando que nada pasará, cuando siempre pasa. Siempre pasa.
Recuerdo que de chaval acudí al hotel Rey Don Jaime de Valencia a ver a Anatoli Karpov, que iba a dar una sesión de partidas simultaneas de ajedrez. Creo recordar que me firmó un autógrafo, que no conservo, pues algún tiempo después se rompió ese eje de mi vida y decidí tirarlo a la basura. Hoy trato de reconstruir aquel eje, o mas bien de fabricar uno nuevo a partir de los restos. Cuesta. Y no ayuda comparar el antiguo (que siempre recordamos mejor de lo que era) con el que nos sale de fábrica.
Siempre son diferentes. Siempre cambian.
Hay personas que construyen su vida alrededor de un único eje, como por ejemplo Bobby Fischer (sonriendo en la foto), que lo hizo alrededor únicamente del ajedrez. Él fue un ejemplo claro de que cuando giramos solo en torno a una cosa, quizás seamos especialistas en ella, quizás hasta triunfemos en esa faceta (como Fischer) pero nuestra vida se queda huérfana y terminamos siendo profundamente infelices.
Y que no decir de cuando se nos rompe uno de esos ejes. Los ejes son nuestro sostén principal. Nuestra familia, nuestra pareja, nuestro trabajo, nuestras ideas sobre el bien y el mal... Cuando se quiebra uno de ellos, como en los vehículos o las máquinas, nos apoyamos en los otros hasta que podemos llegar al taller. Ya no funcionamos igual, y tenemos que reconstruir o buscar un nuevo eje, similar o diferente, para que nuestra vida siga "en marcha".
Los mecánicos saben que cuando un eje se parte, es casi imposible repararlo, y si se hace, queda mucho mas débil que antes. Eso si, si vemos síntomas de que ese eje se está deteriorando, es momento de parar y decidir si hay que cambiar o no.
Pero que difícil es darse cuenta de que uno de los ejes de nuestra vida está rompiéndose. No nos gusta mirar. Preferimos seguir como si nada y muchas veces forzamos, pensando que nada pasará, cuando siempre pasa. Siempre pasa.
Recuerdo que de chaval acudí al hotel Rey Don Jaime de Valencia a ver a Anatoli Karpov, que iba a dar una sesión de partidas simultaneas de ajedrez. Creo recordar que me firmó un autógrafo, que no conservo, pues algún tiempo después se rompió ese eje de mi vida y decidí tirarlo a la basura. Hoy trato de reconstruir aquel eje, o mas bien de fabricar uno nuevo a partir de los restos. Cuesta. Y no ayuda comparar el antiguo (que siempre recordamos mejor de lo que era) con el que nos sale de fábrica.
Siempre son diferentes. Siempre cambian.
miércoles, 26 de junio de 2013
Re
Pienso en esta entrada que empiezo a escribir, y no puedo evitar recordar la escena de la película Matrix; cuando el malvado Sr.Smith tiene agarrado por el cuello a Neo (Keanu Reeves), esperando a que el tren les atropelle, y le susurra aquello de: "¿Oye eso Sr. Anderson? Es el sonido de lo inevitable"...
Lo inevitable. Podemos huir de ello, podemos hacernos los tontos... pero lo que hay que hacer hay que hacerlo. Y en muchas ocasiones, además, va precedido de las letras "re".
Re inventarse
Re descubrir
Re hacerse
Re nacer
Re accionar
Re vivir
...
Que difícil es empezar de nuevo. Que costoso. Que pereza. Pero visto lo visto en este mundo en el que vivimos, es inevitable.
Reinventarse es algo que parece que teníamos olvidado, de los tiempos donde la vida no era tan cómoda, pero hoy, quien no se reinventa está abocado a la extinción...
Redescubrir hay que re-descubrirlo casi todo, desde esas pequeñas cosas que nos gustaba hacer, y que olvidamos a cambio de metas mas elevadas, hasta aquellos caminos que vimos pero esquivamos, porque nos daban miedo...
Rehacerse. Ante los golpes, las tragedias, las desdichas... hay que rehacerse si o si. Acabo de ver el último capítulo de la sexta temporada de MadMen y, como el protagonista, ante lo inesperado hay que decidir, rehacer-se y continuar...
Renacer. Sentir de nuevo, como el ave Fenix de nuestras cenizas construir de nuevo nuestra linea de vida...
Reaccionar. Pensar duele, y tomar decisiones mas aun, pero hay que activarse y ponerse en marcha. Ante lo que se pone por delante, moverse; las cosas no se solucionan solas...
Revivir. Ya no podemos ser lo que algún día fuimos, pero podemos aprender. Aprender de las derrotas, del dolor, de las heridas... revivir y recomenzar como en la película Apocalypto, cuando alguno de sus protagonistas busca un nuevo principio para su vida...
Y por último, el re mas importante y que a veces olvidamos en este mundo cibernético. Todo lo demás tiene que ver con ello, con lo que de verdad importa, lo que tenemos que descubrir para seguir adelante. Lo Real.
¿Que es real y que nos inventamos para huir?
Lo inevitable. Podemos huir de ello, podemos hacernos los tontos... pero lo que hay que hacer hay que hacerlo. Y en muchas ocasiones, además, va precedido de las letras "re".
Re inventarse
Re descubrir
Re hacerse
Re nacer
Re accionar
Re vivir
...
Que difícil es empezar de nuevo. Que costoso. Que pereza. Pero visto lo visto en este mundo en el que vivimos, es inevitable.
Reinventarse es algo que parece que teníamos olvidado, de los tiempos donde la vida no era tan cómoda, pero hoy, quien no se reinventa está abocado a la extinción...
Redescubrir hay que re-descubrirlo casi todo, desde esas pequeñas cosas que nos gustaba hacer, y que olvidamos a cambio de metas mas elevadas, hasta aquellos caminos que vimos pero esquivamos, porque nos daban miedo...
Rehacerse. Ante los golpes, las tragedias, las desdichas... hay que rehacerse si o si. Acabo de ver el último capítulo de la sexta temporada de MadMen y, como el protagonista, ante lo inesperado hay que decidir, rehacer-se y continuar...
Renacer. Sentir de nuevo, como el ave Fenix de nuestras cenizas construir de nuevo nuestra linea de vida...
Reaccionar. Pensar duele, y tomar decisiones mas aun, pero hay que activarse y ponerse en marcha. Ante lo que se pone por delante, moverse; las cosas no se solucionan solas...
Revivir. Ya no podemos ser lo que algún día fuimos, pero podemos aprender. Aprender de las derrotas, del dolor, de las heridas... revivir y recomenzar como en la película Apocalypto, cuando alguno de sus protagonistas busca un nuevo principio para su vida...
Y por último, el re mas importante y que a veces olvidamos en este mundo cibernético. Todo lo demás tiene que ver con ello, con lo que de verdad importa, lo que tenemos que descubrir para seguir adelante. Lo Real.
¿Que es real y que nos inventamos para huir?
miércoles, 19 de junio de 2013
Ausencias
Hay veces en las que nos invade la melancolía. Miramos atrás y recordamos.
Mi añorado personaje de Hugh Laurie, el doctor House, posiblemente me respondería a estas añoranzas con una de sus expresiones: "Eres idiota". Acompañando esta exclamación con un sin fin de motivos para vivir el presente, y tratando de hacerme ver que solo existe eso: El ahora.
Pero no podemos resistirnos. La vida pasa, las cosas y las personas desfilan ante nosotros, aparecen y desaparecen, y no podemos evitar echar la vista atrás y recordar. ¿Que recordamos?
Los psicólogos han descubierto hace mucho que nuestra mente entierra lo malo. Trata de olvidarlo para defenderse del dolor. No obstante nos asaltan pensamientos de tristeza, de momentos malos, de añoranzas o de dolores (sobre todo emocionales) que están ahí, aunque se vayan atenuando poco a poco.
Por otra parte, cuando a partir de cierta edad nos juntamos con los amigos, recordamos nuestras "batallitas" pasadas, nos reímos, bromeamos sobre los buenos momentos, y cuando hemos agotado y exprimido una de ellas, tratamos de buscar otras que prolonguen ese momento de felicidad colectiva.
La ausencia nos marca. De hecho, nos enseña. Decía el recientemente fallecido Manel Comas, ante el comentario de que afrontaba muy entero la enfermedad que terminó matándolo, que él ya había pasado lo peor que le podía pasar. Que eso no era nada. Y lo peor que le pasó fue la muerte de su hijo de 25 años en un accidente de carretera. La ausencia nos enseña lo que realmente es importante, en este caso un hijo.
Una manera de valorar lo que realmente nos importa y amamos frente a lo superfluo es medir el dolor de su ausencia. Amamos a nuestros padres, a nuestros hijos, a nuestra pareja, a nuestros seres queridos y a nuestros verdaderos amigos... ¿Y a que mas?
Pensar en la ausencia es un detector extraordinario. Sé por ejemplo que amo al ajedrez porque, nunca he podido dejar de sufrir cuando no estaba en mi vida. Me he alejado de él varias veces. Curiosamente, en mis peores momentos, estaba lejos, casi olvidado, ausente... Mientras no estuvo conmigo me consumí un poquito cada día que pasaba. En la foto, me veo y añoro. No ya mis 16 añitos de entonces, no. Esta foto es del que fue mi primer torneo serio de ajedrez. Nunca agradeceré bastante a los que me ayudaron entonces lo que disfruté...
Y así, tras múltiples reencuentros, lo tengo junto a mi, en el mejor momento de mi vida: ahora.
¿Y tu amable lector? ¿De que o de quien sentirías su ausencia? ¿Que amas realmente?
Mi añorado personaje de Hugh Laurie, el doctor House, posiblemente me respondería a estas añoranzas con una de sus expresiones: "Eres idiota". Acompañando esta exclamación con un sin fin de motivos para vivir el presente, y tratando de hacerme ver que solo existe eso: El ahora.
Pero no podemos resistirnos. La vida pasa, las cosas y las personas desfilan ante nosotros, aparecen y desaparecen, y no podemos evitar echar la vista atrás y recordar. ¿Que recordamos?
Los psicólogos han descubierto hace mucho que nuestra mente entierra lo malo. Trata de olvidarlo para defenderse del dolor. No obstante nos asaltan pensamientos de tristeza, de momentos malos, de añoranzas o de dolores (sobre todo emocionales) que están ahí, aunque se vayan atenuando poco a poco.
Por otra parte, cuando a partir de cierta edad nos juntamos con los amigos, recordamos nuestras "batallitas" pasadas, nos reímos, bromeamos sobre los buenos momentos, y cuando hemos agotado y exprimido una de ellas, tratamos de buscar otras que prolonguen ese momento de felicidad colectiva.
La ausencia nos marca. De hecho, nos enseña. Decía el recientemente fallecido Manel Comas, ante el comentario de que afrontaba muy entero la enfermedad que terminó matándolo, que él ya había pasado lo peor que le podía pasar. Que eso no era nada. Y lo peor que le pasó fue la muerte de su hijo de 25 años en un accidente de carretera. La ausencia nos enseña lo que realmente es importante, en este caso un hijo.
Pensar en la ausencia es un detector extraordinario. Sé por ejemplo que amo al ajedrez porque, nunca he podido dejar de sufrir cuando no estaba en mi vida. Me he alejado de él varias veces. Curiosamente, en mis peores momentos, estaba lejos, casi olvidado, ausente... Mientras no estuvo conmigo me consumí un poquito cada día que pasaba. En la foto, me veo y añoro. No ya mis 16 añitos de entonces, no. Esta foto es del que fue mi primer torneo serio de ajedrez. Nunca agradeceré bastante a los que me ayudaron entonces lo que disfruté...
Y así, tras múltiples reencuentros, lo tengo junto a mi, en el mejor momento de mi vida: ahora.
¿Y tu amable lector? ¿De que o de quien sentirías su ausencia? ¿Que amas realmente?
lunes, 3 de junio de 2013
Coach
Mi relación con la palabra coach es de amor-odio. Por una parte la palabra es chula: "coach", aunque nuestra traducción al castellano, "entrenador o preparador" tampoco suena mal. Pero, de un tiempo a esta parte, creo que se está abusando de ella. La culpa la tiene la moda del "coaching".
El coaching lo define Wikipedia como un método que consiste en dirigir, instruir y entrenar a una persona o a un grupo de ellas, con el objetivo de conseguir alguna meta o de desarrollar habilidades específicas. Vamos, un entrenador. Lo que sucede es que se está aplicando este término a cosas diferentes a las que estamos habituados.
El de la foto es Artur Yusúpov. Uno de los entrenadores (o coach) mas prestigiosos en ajedrez. En los años 80 compitió por ser el retador del campeón del mundo. Incluso en 1990 logró llegar a la final del torneo de candidatos, que perdió por la mínima. Su vida dio un vuelco ese mismo año.
Un dia de 1990, cuando volvía a su apartamento de Moscú, se topó con unos ladrones. Se desató un forcejeo y recibió un disparo en el vientre que casi le mata. Tras una larga convalecencia, decidió cambiar su domicilio a Alemania, donde vive y cuya nacionalidad terminó adoptando. Aunque siguió varios años mas en la élite del ajedrez mundial, poco a poco se fue dedicando a entrenar mas que a competir, junto a su propio entrenador Mark Dvoretsky.
Yusúpov, por lo tanto, es coach. Un coach de prestigio, de garantías. Sus métodos están probados, y él es un referente en su materia. El ajedrez.
Pero en estos tiempos proliferan otros tipos de "coach". Me he puesto en contacto con varias empresas de coaching meses atrás Todas tienen un denominador común. VENDEN. Venden cursos de coach, venden métodos de motivación... venden. No veo nada malo en vender lo que sea, pero veo una gran diferencia entre un entrenador especialista en su materia, y un "coach" que se vende. La principal diferencia de todo esto es la solvencia del maestro.
Y la solvencia no es tampoco garantía. Kasparov, sin duda uno de los mejores jugadores de la historia, también ha sido ocasionalmente entrenador. Lo fue de Nakamura (un Top Ten en la actualidad), lo fue también de Carlsen (en la imagen junto a él). Ambos le "despidieron".
Parece ser que "saber" no es sinónimo de "saber enseñar". Lo que habría dado yo en mi juventud por un buen entrenador (o coach) de ajedrez. Lo que daríamos todos por un buen guía, un buen consejero en los momentos difíciles. De eso se aprovechan algunos hoy. De los miedos que nos rodean y de la búsqueda de soluciones hechas.
Me viene a la memoria la canción "Oración" de Héroes del Silencio. Os la dejo. La letra nos lo dice: La decisión siempre es nuestra.
El coaching lo define Wikipedia como un método que consiste en dirigir, instruir y entrenar a una persona o a un grupo de ellas, con el objetivo de conseguir alguna meta o de desarrollar habilidades específicas. Vamos, un entrenador. Lo que sucede es que se está aplicando este término a cosas diferentes a las que estamos habituados.
El de la foto es Artur Yusúpov. Uno de los entrenadores (o coach) mas prestigiosos en ajedrez. En los años 80 compitió por ser el retador del campeón del mundo. Incluso en 1990 logró llegar a la final del torneo de candidatos, que perdió por la mínima. Su vida dio un vuelco ese mismo año.
Un dia de 1990, cuando volvía a su apartamento de Moscú, se topó con unos ladrones. Se desató un forcejeo y recibió un disparo en el vientre que casi le mata. Tras una larga convalecencia, decidió cambiar su domicilio a Alemania, donde vive y cuya nacionalidad terminó adoptando. Aunque siguió varios años mas en la élite del ajedrez mundial, poco a poco se fue dedicando a entrenar mas que a competir, junto a su propio entrenador Mark Dvoretsky.
Yusúpov, por lo tanto, es coach. Un coach de prestigio, de garantías. Sus métodos están probados, y él es un referente en su materia. El ajedrez.
Pero en estos tiempos proliferan otros tipos de "coach". Me he puesto en contacto con varias empresas de coaching meses atrás Todas tienen un denominador común. VENDEN. Venden cursos de coach, venden métodos de motivación... venden. No veo nada malo en vender lo que sea, pero veo una gran diferencia entre un entrenador especialista en su materia, y un "coach" que se vende. La principal diferencia de todo esto es la solvencia del maestro.
Y la solvencia no es tampoco garantía. Kasparov, sin duda uno de los mejores jugadores de la historia, también ha sido ocasionalmente entrenador. Lo fue de Nakamura (un Top Ten en la actualidad), lo fue también de Carlsen (en la imagen junto a él). Ambos le "despidieron".
Parece ser que "saber" no es sinónimo de "saber enseñar". Lo que habría dado yo en mi juventud por un buen entrenador (o coach) de ajedrez. Lo que daríamos todos por un buen guía, un buen consejero en los momentos difíciles. De eso se aprovechan algunos hoy. De los miedos que nos rodean y de la búsqueda de soluciones hechas.
Me viene a la memoria la canción "Oración" de Héroes del Silencio. Os la dejo. La letra nos lo dice: La decisión siempre es nuestra.
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